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La meta del camino del Yoga

Javier Bautista

La meta del camino del Yoga, es conducir al aspirante desde su ignorancia, donde sus sentidos son capturados por los fenómenos y sus manifestaciones, hacia la conciencia escencial y el verdadero conocimiento sobre el misterio del origen y las causas de estos fenómenos.

Sufrimos como condicionante de la experiencia vital, sufrimos por no poder satisfacer nuestras necesidades, sufrimos por no recibir de nuestros semejantes lo que deseamos recibir. Sufrimos por temor a perder lo que consideramos nuestro y valoramos por haberlo logrado. Sufrimos por las condiciones y los cambios a los cuales no sabemos adaptarnos.

En nuestra ignorancia, maquillamos nuestro dolor y sufrimiento de distintas maneras. Creamos obsesiones, inventamos historias, nos volcamos a la realidad y exacerbamos nuestra mente de estímulos y sensaciones.

Pero invariablemente, volvemos a la realidad y nos enfrentamos a esa impermanencia y constante fluctuación que es la vida.

La metodología de la ciencia del yoga, con sus preceptos, técnicas y diversas prácticas, nos da herramientas para reconocer, aceptar y adaptarnos a esa verdad de la vida. Todo cambia, todo es impermanente, excepto lo que verdaderamente es.

Un ejemplo: Hace 100 años el mundo vivía de forma distinta. Sin embargo, las guerras, el hambre, la discriminación, la desigualdad, el sectarismo estaban presentes en el centro de nuestras relaciones al igual que en el presente o hace miles de años.

En esencia la naturaleza reactiva de la humanidad es más verdadera que nuestro deseo de igualdad y armonía, aunque este deseo sea una realidad.

Podría decirse que la violencia y el miedo que la generan es una verdad de la esencia humana y que el deseo y la aspiración a la igualdad y la armonía son una realidad de la mente humana que aspira a ser verdadera en la existencia del Ser Humano.

Alcanzar esa verdad es el camino del yoga.

Como somos cuerpo, el aspirante busca una armoniosa relación con su organismo a través de sus pensamientos y acciones consientes. Alimentarlo, desarrollar su motricidad y controlar sus funciones para desarrollar la salud física que le permitan existir plenamente dentro de él.

Como somos mente, buscamos los estímulos y situaciones que generen la sensación de bienestar y calma, que nos lleven a la creación de pensamientos virtuosos, ya que es mediante los pensamientos que dirigimos nuestras acciones y nuestro poder creativo hacia la realidad.

El aspirante reconoce que lo que su mente crea, da forma y sentido a la manera en que se relaciona e interpreta la realidad.

Como esta interpretación es subjetiva y de ninguna manera universal sino particular, toma responsabilidad sobre lo que crea su mente para no impactar de manera violenta su existencia en la realidad.

De esa manera separa su intrerpretación subjetiva de la vida, llamada Samsara, de la realidad clara y verdadera. De los hechos de la existencia tal y como son, y no tal y como los interpreta.

Como somos alma, el aspirante realiza y es conciente de la memoria capturada en los recuerdos y experiencias del pasado. Entiende que su identidad se fundamenta en ellos y que gran parte de las aspiraciones y anhelos que dirigen su presente hacia el futuro, están basados en ellas.

Es decir, que las necesidades del pasado crean las realizaciones del futuro y que las satisfacciones del pasado crean los apegos del devenir.

Así, empieza a comprender la ley del Karma: todo lo que es resulta de hechos y acciones del pasado y todo lo que será, es producido por las acciones y creaciones del presente.

Gran parte de la titánica labor de la práctica del aspirante, es lograr estar presente y consciente, aquí y ahora; rompiendo con los condicionamientos que invariablemente lo atrapan en el pasado y condicionan de manera involuntaria su movimiento hacia adelante, sacándolo del momento tal como es.

Como somos espíritu, nos hacemos conscientes de esa parte universal, indestructible y esencial que nos hace hilo del tejido de todo cuanto existe. Sabemos que esa esencia está presente, aquí y ahora, en todo cuanto ha sido, es, y será.

Esa energía, aliento, quinta esencia que vibra dentro de todos y cada uno de nosotros, vibración que relaciona lo micro con lo macro, el átomo con el universo, que crea formas y experiencias infinitas permitiendo la realidad en todos los planos y niveles de existencia, nos permite asegurar la reencarnación de la sustancia vital una y otra vez. No hay distancia ni diferencia alguna entre una estrella, un árbol o un corazón, no hay diferencia entre pensamiento, acción o manifestación. Todo está impregnado y sostenido por esta esencia universal, todo es divino, todo es sagrado, aspiramos a poder sentirlo y experimentarlo de esta manera.

El sadahaka aspira a experimentar esta unidad, esta no división y esta certeza dentro de los confines de su conciencia, vivo, aquí y ahora, alcanzar la experiencia de esta unión indivisible y esta certeza inquebrantable, nos transformará de Sadhakas a Yoguis.

Así, que aquí estamos, trabajando y aspirando. Aspirando y aceptando, aceptando y compartiendo con humildad, con gozo, con gratitud.

Que mi gratitud sea por lo vivido,

Que mi Fe esté en ti aquí,

Que mi trabajo sea el destino,

Y que la compasión y la humildad, sean el motor y el combustible del vehículo de mi creación que me lleve a ti.

Por Javier Bautista

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