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Concientización de la gratitud

En numerosas ocasiones durante nuestra niñez, nos han pedido y, a veces, exigido decir “Muchas Gracias”, bajo la explicación que dar las gracias es lo que demuestra la buena educación. Recordemos las miradas que, a veces, dábamos a nuestros diversos educadores (padres, maestros y clérigos entre otros), asombrados por la necesidad de agradecer cuando por dentro, no entendíamos ni sentíamos gratitud alguna. Hemos aprendido a dar las gracias de forma automática, y como consecuencia, hemos concluido subconscientemente que decir gracias superficialmente es igual que ser consciente, de un estado de gratitud consciente.
Durante la excursión sagrada hacia el interno de nuestro ser, crecemos y entendemos que una parte integral del encuentro con nuestra esencia, es la habilidad de concientizar y sentir la expresión de la gratitud. Nos encontramos esforzándonos a sentir una sensación que deriva de la concientización de la gratitud. Pero, como cuesta…
Para concientizar la gratitud es necesario conocer el sentimiento, al menos de forma teórica, y así crear el sentimiento, identificable en el instante de sentirlo.
Definamos la concientización de la gratitud, como la intención y disponibilidad incondicional de llenarnos de agradecimiento por todo lo que tenemos, en cualquier ámbito de nuestras vidas, sin importar nuestro nivel social, económico o cultural, sin fijar en logros ni resultados, viviendo así dentro de la absoluta aceptación de una felicidad por ser, sin importar el nivel de drama o tragedia personal que la vida lleva consigo de forma natural. Esto es La Concientización de la Gratitud.
Pero, por favor: no pensemos que poco es suficiente. El Mantra de la gratitud sencillamente es: “Estoy agradecido por lo que tengo y, por encima de cualquier otra satisfacción, siento y poseo una Gratitud Conciente”.
Ampliando el concepto e involucrando a los que nos rodean, concientizar la gratitud es lo que podemos llegar a sentir hacia las personas que nos quieren por quien somos en esencia, y no por nuestra percepción egocéntrica de quien somos. Entonces, la concientización de la gratitud se vuelve además un sentimiento que brota cuando aceptamos el auto-amor y cuando estamos listos para recibir cualquier chispa de felicidad, en cualquier instante de nuestra vida. Claro, sin esperar que otra persona haga lo que nos corresponde hacer dentro de nuestro universo y contexto existencial. La consecuencia es una sensación de profunda felicidad y, cuando estamos disponibles a recibirla, concientizamos la gratitud y la transmitimos. En el instante que entendemos esta sensación, ubicamos nuestra esencia y entramos a nuestro “hogar.” Iniciamos entonces, una existencia dentro de un estado “hogareño,” que una vez identificado, podemos accesar de forma voluntaria. Nos volvemos poseedores de la habilidad de compartir lo que sea, creando así una felicidad interna cuyo fin no es palpable ni tangible ni depende de dimensiones físicas.
La posibilidad de vivir la felicidad incondicional que proviene del proceso sagrado de la concientización de la gratitud, es una de las cosas que nos permiten participar en el proceso creativo del universo y, eventualmente, nos provee con la responsabilidad de enfrentar los resultados negativos o positivos, sin sentir culpables, ni convertirnos en victimas. Nos volvemos en seres agradecidos por todo, porque cada vez que Concientizamos la Gratitud, creamos más “hogares propios” que eventualmente se convierten en bondad y amor bondadoso. Nos acercamos a La energía Creadora, al Todo, a Dios.
Veamos un aspecto de vida material: Cuando utilizamos nuestro intelecto de forma racional, con confianza, y desde la experiencia que poseemos, estamos participando en la transformación del presente, para materializar nuestra visión de un futuro abundante, el cual merecemos, deseamos y en cual estamos listos a vivir. Cuando concientizamos el concepto de participación activa en el proceso creativo, la frase: “Quiero un mejor futuro” se convierte en una evocación que propaga la creación de ese mejor futuro y de todo aquello que percibimos como una existencia que queremos crear para nosotros. La percepción de un futuro lleno, nos hace vivir una profunda felicidad que nace en el entendimiento que tenemos la posibilidad de cumplir con nuestras expectativas. No es por obtener las cosas, si no por entender la magnitud de nuestro potencial en el momento de percibirlo. Entonces, la transportación racional hacia nuestro “hogar,” hacia La concientización de la gratitud, es lo que nos llena de felicidad existencial. En otras palabras, la felicidad es el sentimiento que nuestro hogar externo e interno nos provee. Es la tranquilidad de saber que simple y sencillamente, estamos bien.
Con esta conciencia podemos recargarnos (simbólicamente) en nuestra columna energética – nuestro propio vórtice de luz interna – sin esperar que otra persona haga las cosas por nosotros. Si las cosas llegan o no, el estado sigue siendo de agradecimiento consciente. Cuando no sentimos la necesidad que otros hagan lo que nos corresponde hacer, dejamos de sentir pequeños, impotentes y, sobre todo, sabemos que no somos víctimas. Ser víctimas de las circunstancias es muy cómodo; no existe responsabilidad alguna y lejos de sentir felicidad, sentimos una tremenda carencia de satisfacción. A su vez, la carencia nos puede conducir hacia una depresión que nos distrae de Concientizar la Gratitud. Cuando concientizamos la gratitud por la elección de no Victimizarnos, nos dejamos de juzgar, mirándonos objetivamente y sin excusas.
La imparcialidad hacia nosotros mismos nos aclarece nuestra capacidad de llenar cualquier vacío que tenemos en la dimensión que sea. Comprendemos que poseemos la capacidad de rebasar cualquier obstáculo que obstruye nuestro interminable potencial, que nos fue entregado por La Energía Eterna Creadora del Todo. Cuando aceptamos esta realidad como una verdad universal, aceptamos también nuestra transformación interna y esto es cuando las circunstancias del entrono empiezan a cambiar. Solo cuando estamos listos a vivir, sentir y experimentar una realidad distinta, podemos entender y concientizar la gratitud hacia nosotros mismos, porque nos damos cuenta que nos atrevimos a vivir de forma consciente nuestra belleza interna, a pesar de las condiciones y circunstancias que la encubren. Estamos creciendo.
Cuando concientizamos la Gratitud a nosotros mismos, la sabiduría, los deseo y los conocimientos que poseemos, se vuelven en un conjunto de causas cuyo efecto es un enlace con la fuerza creativa – un enlace que nos convierte en inspiración para nosotros mismos y a veces, para los demás. Nos desapegamos de la necesidad de imponer nuestra opinión del cómo y cuándo, pues al poner bordes egocéntricos, limitamos nuestra capacidad espiritual y medimos las cosas de acuerdo a una percepción cuyas guías son nuestros sentidos existenciales terrenales. Debemos estar dispuestos a confiar en que la realidad que deseamos está en proceso de materializarse y ocurre tan pronto La Energía Creadora considere que es el momento de otorgárnosla. Mientras tanto, Concienticemos la Gratitud por las cosas que tenemos y que estamos a punto de recibir. Esta es la felicidad interna que brota constantemente e ilumina nuestros entornos.
Lo interesante dentro del proceso es que nuestro entusiasmo por la vida viene de una forma natural, cuando entendemos que todo se está procesando a nuestra favor. Al combinar la Concientización de la Gratitud con entusiasmo, creamos una herramienta muy poderosa, nuestra vida se mejora más de lo esperado porque podemos visualizar mejoras constantes. Agradecemos lo que tenemos y, si las cosas no marchan como pensamos que deben caminarse, evaluamos el nivel de gratitud y entusiasmo que sentimos hacia nosotros y hacia las cosas que recibimos. Una de las razones por las cuales las cosas dejan de funcionar es porque negamos a concientizar la gratitud hacia las cosas, hacia el entorno y sobre todo, hacia nosotros.
Entonces, debemos practicar honestidad total hacía nosotros mismos y notar cuando trabajamos desde la auto-importancia. Como ejemplo tomemos nuestro comportamiento cuando alguna persona íntima o anónima nos maltrata. Es importante siempre ejercer honestidad y preguntar, porque esta persona es parte de nuestras vidas y porque le permitimos a tratarnos de esa manera. Desde la honestidad podemos cortar o sanar la relación con la persona y entonces, sentimos un tremendo agradecimiento hacia nosotros por tener el valor de crear cambios.
Sin ser honestos con nosotros, podemos caer en auto sabotaje por no querer sentir o manifestar sentimientos. Por ejemplo, algunos de nosotros hemos dedicado parte de nuestras vidas al estudio de vías para mejorar el modus vivendi. Al aplicar las teorías y ver que funcionan, hemos ejercido un entusiasmo, hasta hemos celebrado el éxito que brota de la inversión. De pronto, sin alguna razón obvia, dejamos de caminar en ese sendero y, eventualmente los resultados se vuelven negativos.
La emoción inicial de aligeramiento por no tener que esforzar, se transforma en culpabilidad que no aparece por la pena que nuestra vida no funciona igual que antes, si no por la facilidad de cobijarse en una funda de culpabilidades y eventualmente echar la culpa a otros factores por controlar las circunstancias de nuestras vida. Detrás de una inversión en recursos profundos como son el deseo, la esperanza, la fe, el tiempo, las distancias, el dinero, y las confrontaciones con nosotros mismos y con otros, dejamos de concientizar la gratitud por los avances que hemos logrado. A pesar de haber logrado resultados, dejamos de concretizar la gratitud, nos distraemos de las bendiciones y, nos huimos. Nos limitamos por no entender la ilimitada e inmensa felicidad que emana la concientización de la gratitud.
Concientizar la Gratitud es un apalancamiento que funciona mucho mejor cuando le agregamos otro ingrediente de suma importancia: La Humildad. Este elemento se debe de concientizar con la misma intensidad que concientizamos la gratitud, pues estamos siempre en presencia de La Energía Sagrada. La humildad es efectiva cuando la ejercemos en nuestro entorno y con nosotros mismos. Una humildad consciente es la capacidad de concientizar una gratitud a todo lo que nos rodea, incluyendo otros seres humanos. A veces tememos que la concientización de la gratitud hacia otra persona nos endeude con esa persona, quien pueda aprovechar de la situación a su propio favor. El proceso inconsciente – o peor – consciente, puede ser como estos ejemplos: “reconocí y vociferé gratitud, lo aprovecharon en mi contra, me hirieron, no lo vuelvo a expresar; concienticé gratitud por algo que no pude hacer solo – soy inútil; la persona que me dio el apoyo es más listo, más fuerte, más rico y me hace ver mi propia debilidad”. Algunos simplemente se enojan con la idea de sentir gratitud y rechazan la idea porque no quieren aparentarse necesitados de ayuda. Otros hasta prefieren la muerte emocional o física que pedir ayuda y sentir o expresar una gratitud consciente por la ayuda.
Estas resistencias hacia la concientización de la gratitud nacen en algunos casos en la falta de merecimiento de la conexión con La Energía Creadora. El proceso ocurre porque al concientizar la gratitud, dejamos de culpar, de sentir auto lastima, de victimarnos y de martirizarnos.
La concientización de la gratitud es una expresión de amor hacia la creación por lo que somos y por lo que son los demás y es imposible tenernos amor y lastima a la vez (a menos que llevamos un dialogo interno cuya base es amor). En vez de amarnos incondicionalmente y negar las culpas, nos juzgamos, nos enojamos con nosotros por hacer las cosas de acuerdo a las condiciones que nos fueron impuestos por los demás. Al mismo tiempo nos enojamos con los demás por que percibimos que nos han querido herir y, nos enojamos con nosotros por permitir que nos hieran. Como consecuencia caemos en autolástima, culpamos al universo entero por nuestra situación, pues es más cómodo culpar que transformar. Desarrollamos la costumbre de no concientizar la gratitud porque al practicarlo reconocimos que existe alguien y algo más fuerte, más poderoso, o más sabio que nosotros.
Pero concientizar la gratitud es afirmar el sentido del aquí y del ahora, acertando una madurez emocional, mental y espiritual que aumenta el deseo de saber, de crecer y de ser más. Cuando practicamos una gratitud concientizada hacia alguien, reconocemos que es más que nosotros; no mejor que nosotros. Una diferencia que en nuestras sociedades no aceptan. Pero ser más y ser mejor no es lo mismo: mejor es aptitud, más es actitud. Si es estudiada a profundidad, la actitud (nuestra expresión externa de nuestros sentimientos internos), se convierte en un estudio de la espiritualidad humana, que no tiene límite. Existen muchos caminos espirituales diseñados a cuidar nuestro comportamiento terrenal. Sin embargo muchas personas creen que la única dimensión palpable, es la dimensión terrenal y dicen que el camino espiritual es un sendero solitario. Pero, la soledad es el resultado de separación y negación. El camino espiritual debe ser elegido sin ego, con el afán de experimentar el auto corrección y la mejora universal y para mejorar lo interno como lo externo. Así, se convierte en un camino lleno de amor, trazado por el deseo de recibir para dar. Así se crea una dimensión inmersa en sabiduría y el camino se llena de todo. La aceptación incondicional de una dimensión amorosa, nos permite a incrementar nuestro parecido a La Energía Creadora. ¿Qué mejor?
Antes que nada, cada persona y cada ser es una entidad espiritual, una conciencia amorfa, un rayo de luz, una chispa divina de amor, una parte de todo aquello que aun no se ha manifestado en el universo material. Este concepto no es aceptado por la mayoría porque existe un egocentrismo que nace en la ignorancia del auto importancia, que razona que todo necesita tener una forma tangible y lo que no es visible no puede existir.
Pero en otra dimensión, no siempre comprendida, existe una Energía Creadora omnipresente, que contiene el Todo y que algunos llamamos, Dios. Y Dios, independientemente si creemos que lo merecemos o no, nos ama porque la humanidad forma una parte de El. Entonces, el amor que El nos tiene es totalmente incondicional, sin importar lo que hemos experimentado en el pasado o en el presente. Aun si nuestra existencia está dando los resultados que no deseamos, seguimos siendo amados porque somos una parte integral de la creación, con la habilidad de transformar lo que se está creando. La posibilidad de sentir y concientizar la gratitud es una parte natural e íntegra de la excursión hacia nuestro propio ser, porque nos acerca más a La Energía Creadora. Vivir conscientemente agradecido no es un requerimiento de vida, ni obligación; es una elección de vida, que nos transforma en vasija que brilla con nuestro crecimiento. Es la fuerza que nos otorgamos y que nos empuja y jala en el sendero de la sagrada excursión hacia La Energía Sagrada, hacia Dios, hacia el interno de nuestro ser.

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