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De la práctica del yoga en tiempos difíciles

Enojarse es sencillo. Maldecir e insultar también. La violencia genera violencia. Así de sencillo. A mi también me han afectado estos días caóticos en la Ciudad de México. He pasado horas en el tráfico, me he empapado por elegir otras formas de transporte para evitar las manifestaciones, he tenido que cambiar rutinas, en fin, definitivamente estas semanas han sido complicadas.

Enojarse con uno u otro lado del conflicto es sencillo pero si algo me ha enseñado el yoga es a buscar el centro y el equilibrio en situaciones adversas. Lo complicado es mantener la calma y la serenidad en estos momentos. Lo difícil es tomar acciones para que este país no se polarice. Difícil es cambiar hábitos y no subirse a la “ola” de lo sencillo. Todas nuestras acciones tienen consecuencias. Lo que hacemos, decimos y pensamos hoy va a definir el México que tendremos mañana. No quiero un país violento ni dividido. Tampoco una nación donde impere el resentimiento. Estoy seguro que esta gran nación está conformada por personas extraordinarias que comparten la visión de un México en paz, unido y con igualdad de oportunidades para todos. No es una utopía sino una posibilidad real.

Hoy voy a cuidar lo que pienso, lo que digo y mis actos. El lugar donde puedo ejercer acciones creativas es en mi entorno inmediato. Piensa globalmente, actúa localmente. Hoy no me voy a ir “por lo sencillo”. Aquí vivo, trabajo y aquí decidí formar una familia. Aquí, en este país, están los seres que quiero: la familia y los amigos. Aquí he conocido a gente que admiro, a mis maestros, a seres extraordinarios que trabajan a diario con la firme intención de dejar este mundo mucho mejor de como lo encontraron.

Hoy más que nunca recordaré que todo está conectado y que nuestras acciones tienen consecuencias. Vivir en esta consciencia es aprender a coexistir en esta gran aldea global. No tiene que ver con estar más comunicados a través de redes sociales, Internet, Facetime, Whatsapp o Skype. Está relacionado con el poder de nuestra presencia. Tus acciones, pensamientos y palabras tienen una repercusión en tu entorno inmediato cuando estás presente. Lo que dices, haces o piensas afecta a todo aquello que te rodea de una manera directa o indirecta. ¿Quieres cambiar al mundo? Cambia tú. Si tú te transformas, el mundo a tu alrededor se transformará también. Esa es nuestra gran contribución como practicantes de yoga. En una ocasión, la maestra Cristina Quezada me marcó con una de sus enseñanzas: “¿Creen ustedes que eligieron al yoga? No. ¡El yoga los escogió a ustedes!”

Hoy, más que nunca, mi sankalpa o intención es recordar que “¡Que todos mis pensamientos, palabras y acciones durante mi vida contribuyan de cualquier forma a la felicidad y la liberación de todos los seres!”. Y cuando hablamos de “todos los seres” realmente nos referimos a “todos”. No sólo aquéllos que piensan o son como nosotros.

¡Lokah Samastah Sukino Bhavantu!

Busco que mi práctica contribuya a que mis acciones, mis pensamientos y mis palabras sean un reflejo de ESO que quiero alcanzar. Que mi relación con el mundo sea armónica, en balance. Que cumpla con mis obligaciones (dharma) sin dañar a nadie (ahimsa).

Lokah: lugar, reino. Todo el universo que existe ahora.

Samastha: Todos los seres y cosas que comparten ese lugar.

Sukino: Establecidos en felicidad y gozo, libres de sufrimiento.

Bhav: Estado mental divino, estado de existencia en unidad.

Antu: Que así sea.

Dan Sam (Daniel Mesino) es editor de libros e instructor de yoga. Su Twitter es @omyogahoy

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