Hace un par de meses me hice la siguiente pregunta: ¿Cómo defines a un alumno avanzado de yoga? ¿Es quién sabe más mantras, medita por periodos prolongados de tiempo, ha ido más veces a la India, conoce a tal o cuál maestro, o puede ejecutar determinadas ásanas complicadas?
Al tratar de responder esta pregunta, contemplé que la respuesta se encuentra en qué tan preparados nos encontramos para aceptar las condiciones cambiantes de la vida. T.S.K. Desikachar enseña en su libro El corazón del yoga que “aunque en el yoga todo lo que vemos y experimentamos es real, toda forma y todo contenido está cambiando siempre. Este concepto de cambio continuo se conoce como paranimavada”. No sé si ustedes han experimentado lo mismo pero este inicio de año ha estado marcado por una serie de transformaciones constantes. Varios conocidos se cambiaron de trabajo, algunos más trasladaron su residencia fuera de la ciudad o a otro país, una persona muy cercana falleció y también varios amigos perdieron a sus seres queridos por muerte natural. Todo esto ¡de enero a abril!
Por supuesto que estas transformaciones alteran nuestro estado emocional y mental. Las pérdidas y los cambios drásticos nos angustian. Comenzamos a cuestionarnos si estamos haciendo lo correcto. Entramos en un estado de avidez porque pensamos que el mundo se está moviendo y nosotros permanecemos inertes. De pronto, vienen las proyecciones hacia el futuro: “¿Estoy bien aquí? ¿Y si me ocurre lo mismo? ¿No será mejor moverme? ¿Estoy tomando la mejor decisión?” Plantearnos estos cuestionamientos no está mal. Al observar y preguntarnos por el rumbo que queremos tomar, nos ayuda a movernos por la vida. Mi maestro Bernardo Kushala Camarena nos ha enseñado que es importante navegar con sankalpas, es decir con intenciones que se convierten en el motor de nuestras acciones. El punto está en la forma en que elaboramos estas intenciones o sankalpas. Y es aquí donde el yoga toma sentido. Un practicante de yoga adentrado es aquel que logra atravesar las oleadas del cambio constante para elaborar sankalpas que surgen a partir de la calma y la claridad. Mi intención surge porque durante este proceso de introspección descubro que esto que estoy haciendo es lo mejor para mí en este momento. Mis decisiones e intenciones no son producto de la avidez que surge a raíz de los cambios externos que están fuera de mi control.
Para mí, aquel practicante que se mueve así en el mundo es un practicante avanzado de yoga. Es posible que puedas impresionar a alguien si entras en la postura de Eka Pada Koundinyasana pero es más benéfico que puedes impresionarte a ti mismo al descubrir que tu cuerpo representa una serie de posibilidades infinitas. Quizás puedas permanecer en silencio y en meditación por más de cincuenta minutos y provocar la admiración de otros meditadores pero seguro será de mayor provecho si puedes reencontrarte con ese mismo silencio y calma cuando requieras tomar una decisión crucial en tu vida. Es probable que contagies a mucho con la manera en que practicas kirtan o canto devocional pero seguro podrás aportar más al mundo si logras mantener esa dicha y ese contentamiento en todas las circunstancias que deberemos de enfrentar.
Esta experiencia humana, tal y como la estamos viviendo ahora, es perfecta y armónica. Seguro vendrán más cambios y transformaciones. Eso es inevitable. Es parte del orden natural de las cosas. Es paranivamada, la cualidad inherente a todo lo que existe y que se define como un cambio constante. Y para esto nos entrenamos. Todo lo que hacemos en yoga es en beneficio de la mente. Es el gran entrenamiento para los cambios que vienen.
Daniel Mesino (Dan Sam) es editor de profesión e instructor de yoga por convicción. Su twitter es @omyogahoy. Imparte clases en los estilos ashtanga y vinayasa.