Recuerdo una de las enseñanzas que Bernardo Kushala Camarena compartió en una de sus clases: “El dolor es inevitable. El sufrimiento, opcional”. Me impactó profundamente porque refleja, en cierto sentido, el por qué practicamos yoga. De hecho, el mismo Patañjali es categórico al enseñarnos heyaṁ duhkham anãgatam (II.16): “Los dolores que están por llegar pueden y deben ser evitados”. Y amplío esta reflexión con la comparación que Mark Manson, el autor del controvertido libro El sutil arte de que te importe un carajo (Harper Collins, 2017) establece entre la vida y un juego de póquer. Manson afirma que cuando estás en una partida de póquer, no sabes qué cartas te tocaran. Puede ser una mano excelente o la combinación menos afortunada. Y así es también la vida. No somos culpables de las circunstancias externas alrededor de nuestro nacimiento ni del contexto en el que crecimos.
Pero lo que sí está en tus manos son las decisiones que tomarás para jugar con las cartas que tienes. Esa sí es tu responsabilidad. Un buen jugador de póquer no se define por su suerte sino por la habilidad de asumir las decisiones con las cartas que le han tocado. Así que, como dice mi maestro Swami Muktananda, “¡despierta ya!” No eres culpable de tus circunstancias, pero si tienes el poder de ser responsable de asumir las decisiones para disminuir el dolor a pesar de tus circunstancias.
Y por esa razón practicamos yoga. Es seguro que aún nos esperen muchos desafíos y situaciones por resolver. No podemos controlar las devaluaciones, las crisis de gobernabilidad, el tráfico, las manifestaciones, el carácter del jefe que llegó enojado porque su automóvil no arrancó, la pelea entre tu hijo y su compañero de escuela, etcétera. Lo que sí está en nuestras manos es la capacidad de entrenar a la mente para hacernos responsables de nuestras decisiones frente a las circunstancias que debemos enfrentar a diario.
La tarea requiere sacrificio. Por eso, como señala Patañjali, se debe asumir que el yoga implica tapas o austeridades. La mente está diseñada para ser eficiente, no exacta y una de las principales tareas del cerebro es asegurar la subsistencia con el menor desgaste energético posible. La mente siempre buscará la salida más práctica para asegurar la preservación de la vida. Y no emite juicios de valor sobre las decisiones que toma. Es decir, si en el pasado, una elección te brindó una sensación de satisfacción, el cerebro la registrará y actuará de manera autómata en situaciones similares. Y aquí cabe preguntarnos, ¿acaso esto es válido para todas las circunstancias de la vida? ¿En qué momento nuestras decisiones del pasado se convirtieron en nuestras normas del presente? Y aclaro que no significa desaprender todo lo aprendido sino de ser conscientes y responsables de nuestras decisiones.
La meditación y la práctica del yoga nos permite detenernos además de brindarnos la posibilidad de cultivar un cuerpo sano, una mente luminosa y un corazón compasivo. Practica yoga para lograr la estabilidad en tu postura y el control de la respiración. Una respiración tranquila te lleva a una mente en calma. Una respiración agitada, genera una mente alterada. Y no dejes de meditar. Sin meditación no hay yoga. Y a partir de la calma, observarte constantemente y pregúntate, ¿por qué haces lo que haces?
Por Daniel Mesino