Venera a tus padres. Ellos estuvieron contigo en tu primer aliento.
Es tu deber estar con ellos en su último.
Hace un par de años tuve la oportunidad de estar en la India. Entre los distintos lugares que visité, pasé un par de días en Haridwar, cerca de Rishikesh. Haridwar es una de los lugares de peregrinación más importantes para los hindúes. Hay una cantidad impresionante de templos y la devoción está presente en la vida cotidiana. El árati o ceremonia de las luces a las orillas del Ganges es una de las experiencias más bellas que se pueden atestiguar.
En Haridwar me bañé en el río Ganges. El agua estaba helada y al salir, de regreso al lugar dónde me hospedaba, entré a un áshram a meditar bajo un árbol de Rudrakshas. Necesitaba tomar un poco de sol para quitarme el frío. Y allí comencé a meditar. Recuerdo perfectamente cómo el estado meditativo se da de una manera tan natural cuando las condiciones son propicias. Perdí la nación de cuánto tiempo permanecí meditando pero lo que si recuerdo con claridad es que al abrir los ojos veo a un hombre de aproximadamente 80 años que me saluda juntando ambas manos y diciendo “namasté”. A pesar del frío, el hombre se quita la ropa y se queda en calzoncillos largos para bañarse en el patio. En ese momento, un joven sale de una de las habitaciones del áshram y se encarga de abrir la llave del agua que cae en una cubeta. Hago memoria y recuerdo que el joven se aseguró de que la temperatura fuese la apropiada para ayudar a que el hombre de más edad se bañara. Éste no paraba de reír. La expresión de contentamiento en su rostro es una de las muchas imágenes que están en mi memoria de aquel viaje inolvidable.
La escena del joven bañando amorosamente al hombre de 80 años me recordó inmediatamente a mi padre. Curiosamente, ese mismo día, en otro áshram que visité anteriormente, había leído lo siguiente: “Venera a tus padres. Ellos estuvieron contigo en tu primer aliento. Es tu deber estar con ellos en su último”.
He escuchado muchas veces que la relación con nuestro padre no es fácil. Yo no fui la excepción pero conforme pasó el tiempo, comprendí lo afortunado que soy por haber nacido en la familia que me tocó con los padres que me criaron.
Meditar es una práctica que permite a la mente entrar en un estado de calma y claridad. La claridad es fundamental para tener una visión más objetiva de cómo nos construimos el mundo que habitamos. Así pues, la meditación ha sido la herramienta que me ha permitido valorar y apreciar la relación que tengo con mi papá.
A través de estos estados de calma que te otorga una mente clara, aprendemos a encontrar la balanza que nos establece en un estado ecuánime, de paz, tolerancia y afecto verdadero. Una mente en calma y fuerte te permite ver al ser humano que le ha tocado desempeñar el rol de tu padre en esta vida.
Honro a mi padre por su trabajo, su dedicación y el amor que nos manifiesta, a mí y a mis hermanos, todos los días. Cada vez que nos vemos, sigo viendo al hombre afectuoso que me llevaba a la escuela de chico, me ayudaba con mis tareas, me traía libros para leer o me compraba pan de dulce de una panadería en el centro de la ciudad.
Cuando veo a mi hermano, que ahora también es padre, me sorprende la cantidad de gestos, ademanes y forma de expresión que son similares a las de mi padre. Seguramente, yo también debo compartir algunos rasgos porque al final somos un poco de ellos, de nuestros padres.
Honrar a tu padre es también una forma de agradecer las raíces que hoy te definen. Y sin aferrarnos a un pasado que nos ate, estoy seguro que saber de dónde venimos nos ayuda a entender quienes somos hoy. Por eso, comparto mucho esta concepción de los hindúes por honrar a sus padres y agradezco a la vida por haberme dado el padre que tengo.
Namasté
Daniel Mesino (Dan Sam) es maestro e instructor de yoga además de ser editor de libros. Su twitter es @omyogahoy