Si alguien me preguntara por qué practico yoga, le respondería: “para recordarme hoy, más que nunca, que tengo el derecho de ser feliz. Qué ningún presidente, candidato, devaluación, muro, campaña electoral; etc., me quitará las razones que tengo para cultivar la compasión, el amor incondicional, la generosidad, la tolerancia y la claridad para tomar las decisiones que me ayuden en mi firme determinación de vivir de manera plena”.
Todas las prácticas del yoga son en beneficio de la mente. Si vemos el mundo como espectadores de una película en una pantalla IMAX nos daremos cuenta de que no existe un lugar y un momento mejores o peores de los que estamos viviendo. Así nos vayamos a la isla más paradisíaca de la tierra con un sistema de gobierno justo y un modelo económico sustentable y equitativo, si la mente no está en calma, incluso en este lugar viviremos el peor de los infiernos. O por el contrario, recordemos la experiencia del doctor Viktor Frankl quien fue prisionero, durante mucho tiempo, en los bestiales campos de concentración de Auschwitz donde fue testigo de la muerte de sus padres, su hermano, incluso su esposa, y aún en estas circunstancias pudo aceptar que la vida era digna de ser vivida.
La premisa central del Yoga Vasistha (un texto filosófico atribuido al sabio Valmiki) nos enseña que el mundo es un reflejo de nuestra percepción interior. Así pues, si la mente está en calma, nuestro mundo también lo estará. Si la mente es violenta, nuestro mundo será un caos.
Es probable que al estar leyendo esta parte del texto cuestiones si acaso, ¿cultivar esta percepción no es una manera de evadirnos de los grandes desafíos que debemos enfrentar todos los días? La realidad es que el mundo no va a cambiar por angustiarnos más, preocuparnos en exceso o llenarnos de miedos y temores. Pero sí se va a transformar si cultivamos una mente en calma que desarrolle la claridad.
Cuando Gandhi señalaba categórico: “Sé el cambio que te gustaría ver en el mundo”, se refería a iniciar el trabajo con nosotros mismos, a cuidar nuestra mente. Si nosotros cambiamos, nuestro mundo lo hará también. Piensa y reflexiona por un momento: cuando realizas tu práctica temprano, antes de iniciar tu día, ¿no tienes la sensación de que la vida fluye de mejor manera? Sí, los retos continúan en el diario acontecer, el tráfico, la histeria y el estrés no desaparecen pero tu sabes que estás en posición de tomar mejores decisiones.
El camino hacia una mente luminosa es la meditación y la contemplación. Solo así puedes entrenar a la mente. Mi maestro Swami Nityananda enseña que el contentamiento es el estado de la mente feliz más allá de las circunstancias. Hoy centro mi determinación en construir mi práctica hacia ese estado de consentimiento.
Qué las asanas fortalezcan y propicien la salud al cuerpo para que éste no sea un impedimento para la meditación. Que el pranayama sea el vehículo para que la energía vital fluya por los cuerpos físico y sutil. Que las prácticas que conforman mi sadhana siempre sean en beneficio de la mente.
Daniel Mesino (Dan Sam) es maestro e instructor de yoga además de ser editor de libros. Su twitter es @omyogahoy