Mi primer encuentro con el yoga fue en 1994 y fue la experiencia del bhakti yoga o yoga de la devoción, acompañado de una práctica intensa de meditación. Yo era un estudiante universitario así que me fue de gran utilidad aprender a enfocar mi energía y a trabajar con la voluntad y la dedicación. Sin embargo, conforme iba integrándome a la vida laboral comencé a enfrentarme a presiones, fechas de entrega y en general, a entender una dinámica distinta organizacional y de colaboración.
El punto más álgido fue cuando dirigí una revista mensual de bienes raíces. Los cierres de edición eran como subirse a la montaña rusa sin cinturón. Cada fin de mes, terminaba con un fuerte dolor cervical y de espalda. Comencé a comer por ansiedad y continuamente me molestaba por todo. Necesitaba hacer algo porque esta sensación de malestar físico no me permitía continuar con mi meditación. Por una afortunada coincidencia, cerca de la oficina de la revista estaba el Centro Budista de la Ciudad de México que ofrecía clases de hatha para principiantes y fue así como comencé a estudiar la rama del yoga que está vincula la mente con el cuerpo a través de las posturas.
Hoy combino mi trabajo de editor de libro con las clases, talleres y seminarios que imparto. De este modo, he podido atestiguar los beneficios de llevar las enseñanzas que obtienes en el tapete a tu lugar de trabajo.
La primera gran lección es que muchas veces olvidamos que la filosofía del yoga promueve la unidad. He encontrado que algunos practicantes van a sus clases para desconectarse de su vida laboral. Y eso está bien pero es importante reconocer y aceptar que el tiempo que pasas en una oficina es parte esencial de nuestro día a día. Así que en vez de separar “esto es yoga y aquello mi desempeño profesional”, ¿por qué no integrar y cultivar el estado que logro en mis clases a lo largo de mis actividades cotidianas?
Si trabajas en una empresa o por tu cuenta, no olvides que una práctica regular de yoga en cualquier de sus estilos te ayuda a mejorar la concentración lo que te permite tomar decisiones de forma más eficiente. El yoga reduce, previene y es una excelente herramienta para manejar las situaciones de estrés lo que contribuye a generar ambientes más agradables y cordiales.
Definitivamente, el yoga estimula la creatividad y mejora el rendimiento intelectual. Al entrenar tu mente para enfocarte, te vuelves más productivo. Está comprobado que los programas de meditación en las oficinas contribuyen a construir ambientes más armónicos y son un factor que motiva a llevar jornadas laborales más placenteras.
Y los beneficios no son solo para los empleados sino que para la organización en su conjunto ya estudios realizados por universidades y centros de trabajo en Estados Unidos demuestran que el yoga como auxiliar preventivo, disminuye las enfermedades lo que reduce el ausentismo, los permisos y los costos de los tratamientos médicos.
Permanecer más de ocho horas en una oficina, poco ventilada, en sillas poco confortables frente a un monitor contribuye al desarrollo de padecimientos como dolor muscular, desórdenes gástricos, problemas de vista cansada e insomnio. Estirarse de manera continua en la oficina es de gran ayuda, los ejercicios de respiración no solo calman la agitación mental si no que son un remedio ideal para contrarrestar los efectos del aire acondicionado que es común en la mayoría de los edificios inteligentes de oficina.
En los próximos días, se celebrará el XI Encuentro Nacional de Yoga Adidas y una edición más de Expo Yoga. En este marco, estaré impartiendo una clase taller sobre este tema para profundizar y revisar algunas secuencias de yoga ideales para llevarla no solo a nuestro centro de trabajo sino a nuestra vida personal. Espero podamos coincidir y reflexionar sobre la maravillosa relación que podemos establecer con el yoga para mejorar nuestra vida laboral.
Dan Sam (Daniel Mesino) es editor de libros e instructor de Yoga con énfasis especial en los estilos de Ashtanga Vinyasa y Yoga dinámico.