El arte de meditar

Si te gusta que las cosas sean como tu quieres o en otras palabras eres un “control freak”, aprende a controlarte a ti mismo. Este es una de las mejores maneras en las que puedo compartir contigo el porqué la meditación puede ser un antes o un después en tu vida.

En el mundo tan atribulado en el que vivimos, estamos distraídos y muchas veces reaccionamos en lugar de responder ante los acontecimientos de la vida.

Piensa en la cantidad de horas que pasas totalmente disperso atendiendo una llamada telefónica, un correo, un chat, una red social y la otra. Cuando menos te has dado cuenta, ya se fue el día y parece que alguien más vivió la vida por ti, no tu mismo.

Sin embargo creo que todos queremos calmar la ansiedad, aprender a estar en calma, responder en lugar de reaccionar, encontrar la paz.

Meditar tiene grandes beneficios en nuestra vida entre los que se encuentran los siguientes:

Regula la presión arterial.

Equilibra las cargas eléctricas del cerebro.

Relaja y disminuye el proceso mental.

Desarrolla la capacidad de atención y concentración.

Ayuda a sentir emociones sin dramatizarlas y sin reprimirlas.

Brinda flexibilidad antes las circunstancias de la vida.

Proporciona claridad y energía.

Ahora la pregunta es, ¿quieres aprender a meditar? Si tu respuesta es sí, acá te comparto algunas recomendaciones del instructor Daniel Scott para aprender a hacerlo de forma fácil.

1. Ten una intención clara.

2. Elimina las excusas. A la hora que sea, en el lugar en el que sea. Apaga tu teléfono celular, descuelga el teléfono de tu casa y regálate 15 minutos para estar contigo mismo.

3. Siéntate con la espalda recta. No es necesario que te sientes en el piso si vas a estar incómodo. En todo caso, siéntate sobre una silla y descansa tus manos sobre las rodillas. Es importante que estés cómodo. Pero no te sientes sobre un sillón o en la cama porque te puedes dormir.

4. Ahora inhala, sube los hombros hasta las orejas y exhala y bájalos. Repite 3 veces. Después rota los hombros hacia fuera y permite que el pecho se expanda.

5. Ahora cierra tus ojos con suavidad y relaja el área de la cara y de la mandíbula. Comienza a sentir todo tu cuerpo y libera la tensión de la cadera y del estómago.

6. Prosigue ahora y pon tu atención en el aliento. Siente el aire que entra y sale por tus fosas nasales. La respiración es un acto involuntario. No manipules ni trates de controlar el proceso respiratorio, simplemente observa el flujo natural del aire y observa tu temperatura. Puedes poner tus manos en el abdomen bajo para comenzar y así conseguir que la respiración se haga más profunda.

7. Ahora pon tu atención en la exhalación y observa la pausa que hay antes de que la siguiente inhalación suceda.

8. Si llega algún pensamiento, obsérvalo y déjalo irse como si fuera una nube en el cielo. No lo alimentes.

9. Para terminar toma un par de respiraciones profundas y relájate.

Es importante darle tiempo al proceso. Dar unos minutos para que la mente se calme y tratar de no aferrarse a un pensamiento. No podemos permitir que la mente o “la loca de la casa” nos controle. Por eso es importante dar espacio para observarla. Cuando los pensamientos quieran quedarse en tu atención, cambia el foco y regresa tu atención a la respiración, a cada inhalación y a cada exhalación. Trata de no moverte durante el tiempo que estás sentado meditando y empieza con 5 minutos, hasta llegar a 30 minutos diarios.