Todos, de alguna forma u otra, somos bastante adictos. ¡Ni hablar de nuestra codependencia! Aun aquellos que nos consideramos yoguis/yoguinis de hueso colorado, y contamos con las herramientas y el botiquín de las ocho ramas del yoga para evitar serlo, caemos, cada tanto, en la redada.
Es triste admitirlo, pero vivimos en una sociedad tóxica (Eduardo Kalina), cada vez más dependiente y menos libre. La sociedad en general se encadena cada vez más al automatismo, a lo que ya está digerido y manipulado por otros, a lo que es rápido y cueste menos trabajo y tiempo abordar.
Para los que practicamos yoga tántrico, como lo es Parinaama Yoga, que celebra como su primer principio la libertad, es bastante impresionante ver como especialmente en las ciudades los transeúntes parecen cada vez mas robotizados, caminando por la calles apenas conscientes del espacio donde transitan o siquiera con quienes lo comparten, por estar leyendo algún texto o hablando por celular. Es lo que el célebre psiquiatra Claudio Naranjo llama la adicción al cerebro izquierdo, el de la tecnología.
Creemos que ser adicto es ser el teporocho de la esquina, pero esta adicción al celular ya nos domina prácticamente a todos. Hasta a veces al grado de usarlo detrás del volante, circulando a varios kms. por hora, poniendo en riesgo no únicamente la vida del conductor sino la vida de los demás.
Una de las partes del cuerpo que termina más castigada por la adicción al celular es el cuello. Mis alumnos ya saben que lo he bautizado “el cuello whatsappeado”. Es el cuello cuya curvatura natural se ha ido perdiendo, al estar en posición de “tortuga”, fuera de alineación con la columna, estirando los pequeños ligamentos de la parte posterior del cuello, acortando la musculatura de adelante y estresando la lateral.
El peso del cráneo no es poca cosa… estiman que en promedio un cráneo pesa 5 kilos y su sostén son las pequeñas vértebras cervicales y los ligamentos que unen una a otra, a las que pocas veces damos atención o importancia hasta que empieza el dolor, la tensión o peor, el adormecimiento de un brazo. Eventualmente cobrará su factura si la seguimos sosteniendo fuera de alineación, algo que lastimosamente, aún en clases de yoga se llega a ver.
Hace unos años el yoga fue muy criticado nada menos que por el New York Times por estar causando daño irreparable y hasta hemiplejias por tensión en el cuello de personas que abusaban del tiempo que pasaban en sirsasana, la parada de cabeza. En una serie de artículos, mencionaron que la que mas daño causaba era su contrapostura, sarvangasana. En especial se sabe que mal realizada, ésta última causa aplanamiento de cervicales similar al del usuario adicto al whatsapp o la computadora. Por supuesto que hay formas de practicarla con props o aditamentos del yoga para evitar que esto suceda pero, en ese momento los artículos de tan prestigioso períodico nunca hicieron mención de ello haciendo mucho daño al yoga en general. El autor de los artículos entrevistó a varios quiroprácticos y médicos además de los lesionados pero en ningún momento se mencionaron el buen uso de circuitos energéticos de la columna ni del uso correcto de props.
También puede causar mucho daño al cuello la costumbre del sostener el teléfono entre oreja y hombro. Pero esta costumbre está decreciendo con el avance de la tecnología (no toda la tecnología es mala, solo hay que saberla dosificar).
Ambos errores en alineación que luego se convierten en costumbre, ya sea inclinando hacia adelante o hacia el costado, cuestan caro. Es justamente el área desde donde salen todos los pares craneales del sistema nervioso central. Recordemos el accidente de caballo del actor de Superman.
En cuanto al daño al cuello por otro tipo de accidente como el whiplash o latigazo, es otro tema aparte, especialmente en cuanto al controvertido tema del uso y por cuánto tiempo de collarines. Agregaría que la prevención mejor para la salud del cuello como para la salud en general, es practicar yoga . Con cuidado y alineación correcta la práctica fortalece y alinea tan bien el cuello, que permite sobrevivir y recuperarse más rápido de whiplash en comparación a las complicaciones resultantes sufridas por los que no practican la disciplina.
Les regalo una indicación que me gusta mucho para guiar hacia la alineación correcta del cuello es “lleva los dos lados del cuello hacia atrás y alinea la parte posterior de tus orejas con tus omoplatos atrás”.
Para los whatsappeados esto puede sonar algo extremo estando proyectados fuera del canal central. Es probable que les lleve algún tiempo reeducar al cuerpo y reconocer el lugar de más vida y salud, igual que le puede llevar tiempo al dependiente ver las ventajas del estar libre. Simplemente recordar llevar los dos lados del cuello hacia atrás resuelve el problema. Esto facilita el “no perder la cabeza” y por ende la alineación del cuerpo energético a la hora de las posturas.
En vez de bajar mentón, una instrucción que se escucha en ciertas escuelas de yoga, conviene sostenerlo paralelo a la tierra: “mientras bajas coxis hacia la tierra… alarga la base de la nuca hacia el cielo, sin bajar la barbilla”.
Como es sabido, la curvatura del cuello habla el mismo idioma de la de las lumbares. Comparten la misma curvatura en contraposición a la del coxis y de las dorsales. Muchas veces el dolor reportado en un lado en realidad está siendo reflejado por el otro. La mayoría de los problemas de espalda baja en realidad son un reflejo de lo que está pasando en el cuello.
Las curvaturas de la columna se deben de respetar. Lastimosamente hay algunas escuelas de yoga, más modernas y novedosas que corrientemente están gozando de popularidad, principalmente entre neofitos mal informados que no lo están haciendo. Mi único comentario es… el universo es muy sabio y si nos dio estas curvaturas en la columna, que incluye la columna cervical, hay que respetarlas…son las que están lidiando con el peso de la gravedad, la que por un lado nos permite la experiencia del estar sobre este planeta en esta existencia ( y no volando por el espacio) pero la misma que puede empezar a pesarnos cada día más si no cuidamos cómo usarla a nuestro favor en todo lo que hacemos.
En un mundo cada vez más distraído y menos conectado el trabajo del yogui es crear más consciencia, más presencia, más atención. ¡Tenemos mucho que hacer!
¡Empecemos con nosotros mismos y ayudemos a liberar de su camisa de fuerza a los whatsappeados!
Por Ann Moxey