De repente, se paró el mundo. Había imaginado ese momento millones de veces, día y noche: su carita, su nariz, su pelo, sus manos, sus pies… Por fin estaba en mis brazos y seguíamos unidas, piel con piel, respirando el dulce aroma de la maternidad, latiendo al unísono.
Ese vínculo primario que se había creado desde el momento de la gestación, se vio engrandecido en cuanto la tuve en mis brazos. Nos enamoramos al instante. Y empezamos una relación de amor puro que se iría acrecentando durante la lactancia y seguirá haciéndolo durante los cuidados posteriores en los primeros años de su vida.
Algunas mujeres creamos este vínculo desde que nos sabemos embarazadas, escuchamos por primera vez el corazoncito de nuestro bebé o sentimos su primera patadita. Otras, sin embargo, sentimos este vínculo después del nacimiento.
Sea como fuere, esta unión entre la mamá y el bebé juega un papel primordial en la vida del niño, puesto que:
- Es la fuente de donde emanarán después todas las relaciones que establecerá en el futuro con él mismo y con los demás.
- Le proporcionará seguridad y una gran autoestima, ya que un niño que establece un fuerte vínculo con su mamá tendrá mucha más confianza en sí mismo.
¿Por qué es tan importante establecer este vínculo?
Si bien es cierto que existen situaciones en las que este momento no se puede llevar a cabo, a día de hoy se ha normalizado que un bebé sano sea pesado, medido, lavado y vestido antes de estar con su mamá, sin cuestionar siquiera las consecuencias físicas y emocionales que conllevan tanto para la mamá como para el bebé.
Durante y después de que demos a luz, tienen lugar muchos cambios maravillosos. El trabajo de parto genera cambios en la química de nuestro cerebro aumentando la necesidad de cuidar al bebé. Los bebés nacen muy despiertos y en estado de alerta para poder reconocernos, y es ese estado hormonal de ambos tras el parto el que facilita el enamoramiento madre-hijo, crucial por lo tanto para el establecimiento del vínculo e instaurar la lactancia materna.
El contacto piel con piel con el bebé y la succión del pecho descargan también una serie de hormonas que son la base de la intuición maternal. Estas hormonas, además, permitirán que el útero se contraiga, se encoja y deje de sangrar. Permitir que disfrutemos juntos de la primera toma y de la experiencia de la piel con piel antes que nada, facilitará la transición del útero al mundo exterior. Ello estabilizará el ritmo cardíaco del bebé, su temperatura corporal y su respiración. El bebé ha pasado muchos meses arropado en la seguridad y el calor de la matriz, escuchando el sonido de nuestra voz, nuestros latidos y nuestra respiración.
Es imprescindible por lo tanto, promover que el bebé permanezca con nosotras desde el primer minuto tras el parto para minimizar estos cambios. Esa primera hora es perfecta para recuperarse del parto, para lograr una lactancia exitosa y sobre todo, ¡para conectar, conectar y conectar!.
Pasar esa hora juntos nos permite entender que todo está bien. Se despierta la mamá que hay en nosotras, vincula al bebé con su cuidador principal y sienta las bases para las siguientes horas, días y años. El papá también puede participar colocando sus manos sobre el bebé, hablándole suavemente y acunándolo después de que se haya instaurado la primera toma.
Cómo fomentar el vínculo
Tómate tu tiempo, relájate. El vínculo primario es un proceso que se irá sucediendo gradualmente a medida que cuidamos de nuestro bebé día a día:
- Respondiendo sensiblemente a su llamada
- Cogiéndolo en brazos y acunándolo
- Hablándole
- Interactuando con él
- Jugando con él
- Alimentándolo a demanda
Tu bebé confía en ti cuando respondes a sus llantos y a sus momentos de felicidad. Sabe que estás ahí en cualquier momento. Esto le ayudará a prosperar.
Promoviendo un contacto profundo y fluido entre la mamá, el papá y el bebé, estaremos facilitando un saludable desarrollo integral del niño, su familia y su entorno.
Por Davinia Velasco