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El Yoga y la sinuosidad del Cuerpo Parte I

Cambiar la forma de nuestro cuerpo, cambia nuestro estado mental. Cada movimiento que realizamos y repetimos, impacta nuestro tejido corporal, y con ello, sobre la manera como nos expresamos energética, emocional y físicamente, en el espacio que ocupamos.

Organizar al cuerpo en relación al espacio, a través del movimiento es algo mas poderoso de lo que pensamos.

Toda transformación, sin importar a que nivel ocurra, comprende un evento corporal de movimiento: las emociones, la expresión creativa, e incluso la iluminación espiritual, ya que solo pueden suceder en el cuerpo.Todo lo que vivimos, busca un lenguaje a través del cual expresarse, y cuando no lo logra, se queda atrapado en nuestro tejido corporal.

El Yoga es una de las propuestas mas antiguas de trabajo corporal, la cual nació con la intención primaria de influir en la mente y en la salud.

El cuerpo tiene la capacidad de un repertorio muy amplio de movimiento expresivo, pero la domesticación del cuerpo nos lleva a repetir lo mismo una y otra vez, limitando nuestro espectro de movimiento y con ello nuestra libertad y creatividad. El peligro de ello es que no solo nos conduce a lesiones y a crear adherencias en el tejido corporal, sino al adormecimiento sensorial.

Si bien hacer ejercicio o practicar yoga vigorosamente, resulta valioso, no es suficiente para conducirnos a la salud corporal. Requerimos adentrarnos en desarrollar movimientos completos y omnidireccionales que puedan incrementar nuestro rango, equilibrar nuestra fuerza y promover el equilibrio. Todos estos aspectos de la vida corporal comprenden la experiencia de vivir plenamente “en y desde” el cuerpo.

A un niño no lo vemos caminar en línea recta todo el tiempo. Exploran, observan y se interesan en los obstáculos, giran, ascienden y descienden y sobre todo disfrutan. Constantemente exploran distintas posibilidades y se mueven desde el asombro.

Un niño para iniciar su proceso de locomoción, explora muchísimo, y se aprende a mover en todos los ángulos y en todos los planos, antes de organizar su movimiento en bipedestación.

Lo curioso es que, primero los motivamos mucho, y con el tiempo les pedimos que se estén quietos y se sienten.

Tristemente, la domesticación del cuerpo nos conduce, como adultos, a perder esa curiosidad y asombro. La sociedad no promueve que juguemos, mas bien considera que, como adultos debemos trabajar y movernos en línea recta. Todo lo que solemos hacer está muy estructurado. Imponemos demasiadas reglas.

Estar en forma no debería ser un objetivo, sino una consecuencia de movernos mientras disfrutamos y exploramos

Lo que hace que el movimiento sea disfrutable es poder acceder a la fluidez, a la sinuosidad. Nuestro cuerpo esta diseñado para ello, ya que muchas de nuestras articulaciones son redondas, nuestros músculos se expresan en espiral y el tejido que sostiene a nuestros órganos se expresa plenamente cuando accede a la omnidireccionalidad libremente.

La mayor parte de las prácticas corporales han pasado por alto el papel de las fascias. Fascia es un término amplio para describir al tejido conectivo, conocido también como la matriz extracelular de fibras que rodean a nuestras células y que envuelven a todas nuestras fibras musculares, a nuestros órganos, huesos, nervios, venas y arterias.

La nueva anatomía, tal y como nos la explica Tom Myers, en Anatomy Trains, a la cual el hoy en día el llama “La Medicina del Espacio”, considera a las fascias como un solo sistema integrador, cuyo papel es la estabilidad y la regulación mecánica; una red que no se separa en su recorrido de los pies a la cabeza, ni de la periferia al núcleo central.
Posee en ese recorrido cuatro cadenas fundamentales: la frontal, la posterior, la transversa y las laterales.

Cada célula, y cada órgano se encuentra embebido en este océano unitario de red de tejido conectivo. Todo flota en esa red, incluso los huesos.

Sus implicaciones para el movimiento y el bienestar de nuestra estructura, resultan interesantes y novedosas:

En un cuerpo sano, la fibrillas de colágeno son remplazadas cada seis meses, y la forma en que te muevas o ejercites va a determinar como se reemplaza este tejido. Si el tipo de movimiento que realizas, tiende a deshidratarte y a generar adherencias, se reproducirá cada vez mas pobremente.

Así como se moldean los músculos, se moldea la fascia, pero de una manera mas contundente, pues va atrapándonos y dejándonos encerrados en patrones rígidos y difíciles de desmantelar. La fascia va a moldearse en respuesta a:

• Las señales directas de tus células
• Las lesiones causadas por impacto o por estrés sostenido
• Los patrones posturales que se van volviendo fijos
• Los patrones expresivos emocionales
• La gravedad
• La química de nuestro cuerpo en base a múltiples factores emocionales, a medicamentos y a los campos electromagnéticos

Continuará…..

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