En febrero del 2012, la comunidad de practicantes de yoga recibió con gran consternación la noticia de que John Friend, fundador de la escuela de Anusara Yoga, dejaba la dirección general para retirarse y reflexionar sobre las acusaciones de abuso y fraude financiero que habían salido a la luz y que habían culminado con la deserción de varios de sus colaboradores más cercanos. En una segunda carta dirigida a los practicantes, John Friend escribía: “Siento profundamente su dolor y confusión porque también los he padecido todo este tiempo. Mi deseo más grande es vivir cada momento con impecabilidad desde este punto. Por esta razón, ahora estoy en profunda reflexión y observando todas mis sombras”.
Y aunque en la página oficial de su organización no aparecen las cartas publicadas, muchos de los eventos programados han sido pospuestos. Mi intención al escribir este artículo no es debatir sobre la presunta inocencia o culpabilidad de John Friend. Si alguien desea profundizar en los hechos, puede consultar http://blogs.yogajournal.com/yogabuzz/2012/02/anusara-leader-stepping-down.html de la revista Yoga Journal.
Decidí retomar este tema porque recientemente la revista Vanity Fair publicó un artículo sobre Sharath Jois y su alianza con Sonia Jones, la esposa del empresario Paul Tudor Jones, para abrir una cadena de estudios bajo el nombre de Jois Yoga y una línea de ropa. El texto completo se puede consultar en la siguiente liga: http://www.vanityfair.com/business/2012/04/krishna-pattanbhi-trophy-wife-ashtanga-yoga. Bethany McLean, la autora del artículo, deja entrever el desacuerdo de varios practicantes de Ashtanga Vinyasa Yoga que expresaron su preocupación por las posibles consecuencias de esta alianza.
Al igual que en el caso anterior, mi intención no es debatir ni especular sobre las posibles consecuencias de esta decisión. Traigo a contexto ambos casos porque, si bien tienen connotaciones totalmente distintas, nos obliga a detenernos y reflexionar sobre el rumbo de la práctica del yoga, sus practicantes y su enseñanza.
No es la primera vez que este tipo de noticias han cimbrado a la comunidad, lo cierto es que debemos tener ojos de águila y mantener un discernimiento adecuado sobre las enseñanzas y la tradición. Estoy convencido que la manera de vivir el yoga es a través de la relación que se da entre maestro y discípulo. No podemos aprender yoga leyendo ni escuchando CDs. El yoga se vive. Por eso es importante no perder de vista estas dos noticias que han salido a la luz pública.
El caso de John Friend resaltó por la gran popularidad que había alcanzado en corto tiempo. Algunas encuestas realizadas por la revista Yoga Journal señalan que después del método Iyengar y del Ashtanga Vinyasa Yoga, Anusara es el estilo más popular en los Estados Unidos. ¿Y qué se puede decir de la tradición que enseña la familia Jois? Después del método Iyengar, es el estilo más popular en Occidente.
Por esa razón, puedo entender el sentir de muchos practicantes que encontraron en el Anusara un estilo que transformó sus vidas y que ahora sienten decepción por el presunto comportamiento de su mentor. De ahí la preocupación de muchos practicantes de Ashtanga que no ven con buenos ojos la excesiva comercialización que derivará de la apertura de los estudios Jois Yoga y el lanzamiento de la línea de ropa.
Mi opinión personal es que si bien el yoga se aprende de un maestro, el practicante no debe abandonar nunca su práctica personal. El camino del yoga es único e irrepetible para cada uno de nosotros. Es una gran bendición encontrarnos con grandes maestros y acompañarnos de hermanos de sádhana. Pero no podemos entregar la responsabilidad de nuestro crecimiento a un maestro. Él es el guía pero nosotros debemos llevar sus enseñanzas con entendimiento correcto, humildad y disciplina. Si no hay una práctica personal disciplinada y dejamos que la responsabilidad de nuestra transformación recaiga en manos de un tercero, siempre habrá un apego a las formas, a lo externo. El futuro del yoga está en sus practicantes no en los libros. Y aquí coincido con un comentario que Kino MacGregor hizo para el mismo artículo publicado por la revista Vanity Fair. Ella dice, y cito: “Krishnamacharya enseñó a cientos, quizás miles de estudiantes. Y de ellos, quizás sólo seis son conocidos hoy en día. Los practicantes los eligen a ellos. El futuro del yoga está decidido por los estudiantes y quienquiera que lleve la antorcha del Ashtanga serán los mismos practicantes quienes decidan. No creo que necesitemos controlar eso. Sólo debemos sentarnos con la incertidumbre de que es así”. Y coincido plenamente con ella.
La manera de honrar y mantener vivo la enseñanza del yoga es con la práctica personal dentro y fuera del shala. La medicina del yoga son las grandes lecciones que incorporamos con cada ásana, con cada meditación, con cada reflexión que trabajamos de manera personal. Una vez escuché decir a mi maestro: “un Guru verdadero no busca que lo sigas, que abandones todo y te vayas con él. Su anhelo simple es que alcances la liberación en esta vida. Nada más”.
Me encantaría leer sus opiniones. Con todo mi respeto y cariño para la comunidad de yoguis y yoguinis.
Namasté
Twitter: @Omyogahoy