Platicar con Javier Bautista es un agasajo. Tiene tanta información, ¡sabe tanto!, y lo comparte con una claridad y afabilidad simplemente admirables.
La clase de Javier será después de la comida, por lo que eligió compartir una sesión de yoga nidra con música sagrada. “Se le llama sagrada porque tiene que ver con ese aspecto creativo, donde lo que hacemos lo ofrendamos a la vida. Es cuando lo que hacemos no es en interés nada más propio, sino que lo estamos dando como medicina o servicio. Es una forma de comunicarnos con la vida porque hacemos consciente nuestra relación con el Todo y sus múltiples manifestaciones. Esto es lo que genera una relación sagrada”.
El objetivo es de esta meditación de yoga nidra será experimentar las emociones que provoque la música en nosotros SIN reaccionar: “Lo que buscamos es que las personas vibren en una frecuencia alta, entonces los estímulos son largos; se crean paisajes, más que escándalo, la idea no es agitar. Aunque haya algunos cantos sagrados que pueden inducir al baile, la idea es que experimentes esas emociones sin reaccionar físicamente, sino nada más observar cómo tu mente y todo tu ser reacciona a diferentes estímulos musicales. La idea es contener la reacción con el fin de gozar interiormente”.
Y es que pareciera que reaccionar es humano, natural e inofensivo… Y aunque no vamos a juzgar ninguna reacción como positiva o negativa, ¿qué pasaría si aprendiéramos a experimentarla con nosotros mismos? “Normalmente siempre reaccionamos… ‘¡Ay, me gusta!’ y abrazamos; ‘¡Ay, me enojé!’ y golpeamos. Siempre hay un momento en el que no tenemos poder sobre nuestras reacciones, por lo que no podemos experimentar lo que las emociones están produciendo en nuestro interior.
“En cambio cuando yo me siento, y recibo el estímulo, y lo observo sin reaccionar, puedo ver claramente qué está sucediendo interiormente; entonces ese júbilo que me lleva a la extroversión, a la furia o al éxtasis, lo llevo hacia adentro. En ese momento vivo esa experiencia internamente, lo que me permite no disipar ni mi energía ni mi atención”, explica el yogi.
“La idea es que te enamores sin perder el control, que te enojes sin volverte violento, que la tristeza sea un estado pasajero… Que entiendas que las emociones que experimentas son parte del estar vivo, pero que tú no eres la emoción”.
En una sociedad que pareciera valorar más la extroversión que la introversión, Javier nos dará una probadita de lo que se siente simplemente observar cómo llega una emoción –positiva o negativa– que nos quiere transformar, pero que podemos decidir contener sin exteriorizar. “Nuestras emociones responden a la química del cuerpo, es decir, los estímulos afectan la química corporal y el tipo de información que las proteínas transportan a las células, entonces podríamos decir que una baja en oxitocina, la hormona del amor, te puede llevar a la tristeza o a la depresión, o que un exceso de adrenalina te puede llevar al enojo”, expresa Bautista.
Y es que pensemos en un día común, pasamos de la adrenalina a la histeria, la tristeza, la agitación o la languidez en un santiamén. “No estamos realmente en control de cómo queremos sentirnos a lo largo de los diferentes escenarios, entonces el yoga nidra es una invitación a tomar poder sobre tus reacciones –más que sobre tus sensaciones– y así poder fluir más armoniosamente entre una emoción y otra, entre una situación y otra.
“A veces nos volvemos adictos a estar alegres sólo a través de los demás”, continua el maestro. “Pareciera que no podemos manifestar alegría por nuestra propia existencia y que por eso la proyectamos hacia otra persona, nos cuesta trabajo proyectar una alegría interior. Aquí no estamos juzgando ni criticando las emociones, ni dándoles una cualidad moral o ética; simplemente estamos permitiéndonos conocer las múltiples formas de sentir y las múltiples formas de existir en nuestro interior, entonces se da bienvenida a todo lo que pase”.
“La clase será una relajación profunda, donde el intento es no quedarse dormido, pero tampoco estar con la mente activa”.
La música hará de la experiencia algo totalmente diferente, pues en lugar de escanear el cuerpo parte por parte, se jugará un poco con lo que las notas pueden lograr según la frecuencia, pues cada una provoca una reacción distinta. “No es lo mismo un tono mayor alegre que un tono mejor, que es más lánguido… Un claro ejemplo de cómo la música trabaja la psicología del alma son las películas, sobre todo las de suspenso; les quitas el sonido y cambian totalmente porque el sonido está apoyando, o no, una serie de reacciones”.
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