Karma vs Dharma: Los retos de Ser Mamayogui.

No soy este cuerpo, no soy esta mente, la conciencia que observa eso soy, eso soy.

Indagando en la naturaleza Vedanta del ser: ese viaje fascinante de comprender que todo es transitorio, que lo único eterno es la conciencia que atestigua y permea todo.

Ahí estaba yo hace unos 5 años , con la absoluta certeza que la única vía era la de remover de mi lo falso de lo verdadero, lo finito de lo infinito.

Hasta que un día aparecieron en mis brazos dos niños. De pronto el deseo por dar el 100% de mi ser por este par de criaturitas hambrientas y el miedo que algo pudiera pasarles comenzaron a modificar mis acciones y decisiones.

El pavor que un día caiga este avión y no pueda cuidarlos, las ganas desenfrenadas que nadie ni nada pueda dañar su inocencia, pensamientos repetitivos de cólera y culpa cuando algo no sale en el orden de la “infancia feliz” que deseo para ellos.

Esta batalla profundamente retadora de asumir que mi Dharma ya no es sentarme en los ashrams, leer plácidamente en silencio, cortar en contemplación unos tomates.

Ahora mi Dharma se parece a sentarme en un parque bajo el sol, leer cuentos de Star Wars al dormir, preparar a toda velocidad desayunos, vestir, abrigar, abrochar cinturones y correr a la ciudad.

Yogui Bajan dice: “Si el mundo se volviera de Hatha yoguis en 75 años los seres humanos estaríamos extintos.” Si todos solo indagáramos en la naturaleza real de la conciencia sin generar más apegos, sin pareja, sin posesiones, sin hijos … ¿dónde quedarían las futuras generaciones?

Y así mi mente todos los días asimilando mi identidad de madre, desenpiojando los pensamientos egoístas, usando los berrinches y pleitos por juguetes como lijas para pulir este corazón humano con tanto por aprender aún.

El Dalai Lama dice: “al alcanzar el Despertar Último se despierta en tu corazón un amor por toda la humanidad igual de fuerte que por los hijos propios; un deseo enorme por entregar el destino propio al servicio de inspirar otros destinos de regreso a la fuente”.

¿Podría mi corazón humano tolerar un amor así si por este par de chamacos ya está apunto de estallar y mi mente a punto de enloquecer?

Polvo de estrellas somos, solo polvo de estrellas en el ciclo maravilloso de acariciar la vida humana y poder aunque sea solo en pequeños maravillosos instantes sentir en el amor a los hijos la mágica UNIÓN-AMOR que regala la meditación y la práctica del yoga.

Por María Mama Yogui.