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La meditación

Una vez un devoto quería liberarse y se dedicaba a rezar y a hacer distintas prácticas de meditación. Pasaba la mayor parte de su día practicando posturas de yoga y todo tipo de técnicas con el fin de iluminarse y por fin liberarse.
En cambio había otro devoto que sólo ofrendaba flores sin pensar en la liberación, ni en la iluminación. Así pasaron los días y los años y el segundo devoto se liberó. Un día los dos devotos se encontraron y el primero le preguntó que cómo le había hecho, a lo que el devoto le contesto: “nunca he buscado la liberación sólo he ofrendado mis flores con amor.”
La meditación no es poner la mente en blanco. Meditar no es algo que queremos alcanzar, que tenemos que practicar en un lugar silencioso en medio de la naturaleza o a lado de un río.
La meditación es un estado de presencia y atención que aunque practicamos al sentarnos, cerrar los ojos, detenernos y contemplar y observar como poco a poco la mente se aquieta, idealmente habríamos de practicar en nuestra vida diaria.
Esto lo hacemos cuando estamos atentos y presentes en las actividades que hacemos, al percibir el olor y el sabor de una cucharada de miel de abeja o al voltear y ver a nuestro vecino de al lado, mientras manejamos en medio del caos de la ciudad, al hacer una pausa y sentir cualquier emoción que se manifieste, sin huir del dolor o del gozo, sintiendo, observando, estando, regresando al centro, y dejando ir.
Es estar atentos a nuestras emociones antes de gritarle a alguien o caer en un estado de pánico.
Beneficios de la meditación:
• Regula la presión arterial.
• Equilibra las cargas eléctricas del cerebro.
• Relaja y disminuye el proceso mental.
• Desarrolla la capacidad de atención y concentración.
• Ayuda a sentir emociones sin dramatizarlas y sin reprimirlas.
• Brinda flexibilidad antes las circunstancias de la vida.
• Proporciona claridad y energía.
La meditación es una de las herramientas más poderosas para mantener una salud integral cuerpo-mente. En la práctica de la meditación, exploramos los modos en los que nos relacionamos con nuestras propias experiencias y lo que nos motiva al cambio. Nuestros esfuerzos durante la meditación están dirigidos a abrirnos, a conocer lo que sentimos, a permanecer despiertos al sufrimiento y a la alegría. Esta es la meditación como un modo de vida, un camino para recapturar nuestras vidas, y así poder regocijarnos en la integridad, alegría y paz que provienen de entender que somos.
Existen muchas técnicas de meditación, unas muy antiguas, que provienen de las raíces orientales que van desde el Bon budismo, el Budismo Tibetano, las tradiciones de meditación Zen y Vipassana, pasando por las meditaciones de la tradición del Kundalini Yoga, hasta las más contemporáneas como la meditación trascendental.
Cualquiera de estas tradiciones te proporcionarán herramientas para aprender a meditar. Algunas se practican en silencio, otras utilizan la recitación de “mantras” (sonidos que al repetirse tienen efectos a nivel glandular) o “mudras” (posturas que se hacen con las manos y crean un determinado efecto en las terminaciones nerviosas). Es importante experimentar y elegir un camino tradicional, en el que te sientas más a gusto, para que no se confunda tu mente.
La mente meditativa en la vida diaria
“Una mente en meditación es silenciosa. Este silencio no puede concebirse con el pensamiento; no es el silencio de una noche callada; es el silencio que nace cuando el pensamiento, con todas sus imágenes, palabras y percepciones, ha cesado por completo. La mente en meditación actúa sólo a partir de este silencio”. J. Krishnamurti.
Es de mañana en Sábado. Me despierto y salgo por las calles de la ciudad. Caen las hojas de un otoño prematuro. EL clima está fresco. Y a lo lejos escuchó el silbido. Luego la escoba en movimiento en contacto con el pavimento. Y el hombre vestido con su traje naranja barriendo. Cruzamos miradas. Me detengo. Observo el brillo de sus ojos. El brillo de su ser. Si tan solo pudiéramos reconocer a Dios en todas las personas que vemos, en cada ser con el que nos topamos. Existe la opción de meditar tres horas por la mañana y estar el resto del día sin ni siquiera sentir la brisa fresca del viento. La disciplina y la constancia son importantes de cultivar, pero más relevante el descubrir la dicha del presente momento. Los regalos que nos da la vida en cada instante. Y ver lo hermosa que es nuestra vida como es. Un día, mientras entrevistaba a Lama Tenzin, me comentaba que muchas veces mentalmente tenemos la idea de una persona famosa, esta persona famosa, la que querríamos ser, la que nos parece que tiene todo lo que no tenemos….pero dice, si nos acercamos a esa vida de esa persona famosa, veríamos que no necesariamente es tan feliz o tan perfecta como pensamos.
La humildad esta en sentir la divinidad en cada momento y la arrogancia se va, cuando reconocemos que lo divino esta en ti en este momento, está en mi y en nosotros en este momento y somos una manifestación de esa divinidad.
En este camino y en este descubrir, no hay que creer que porque estamos haciendo un práctica espiritual, somos mejores que los otros. Todos y cada uno de nosotros estamos haciendo lo mejor que podemos desde el espacio en el que nos encontramos, y como dice Bonnie Bainbridge: “Hay que empezar desde el lugar en donde estamos el día de hoy”.
Que podamos realmente cuidarnos, reconocer que estamos conectados los unos con los otros, vernos en el otro, reconocer el espacio divino que habita en nosotros. No hay que hacer nada, ni buscar tal o cual estado, solo tenemos que detenernos un instante y observar la sensación del instante presente, abrir el espacio sagrado en donde todo puede ser o no manifestado.
Lo único que nos hace falta es ser conscientes del espacio.
Cómo meditar
• Busca un lugar, de preferencia silencioso, y que elijas específicamente con el propósito de meditar.
• Siéntate con las piernas cruzadas o sobre una silla. Tu espalda deberá de estar derecha.
• Cierra tus ojos y empieza a relajar todo tu cuerpo. Empieza por los músculos faciales y en especial la mandíbula, siente todo tu cuerpo y todas las sensaciones.
• Observa la sensación del aire que toca los orificios nasales, reconoce si la sensación es fría o caliente, si se transforma con la inhalación y con la exhalación.
• Ahora percibe los sonidos cualesquiera que estos sean. No los juzgues.
• Es normal que aparezcan pensamientos, pero no les tomes importancia y déjalos ir. Poco a poco aprenderás a calmar tu mente y a encontrar calma en tu mente y paz interior.
• Puedes empezar a meditar de cinco a 20 minutos diarios, hasta meditar por lo menos una hora.
• La mejor hora para meditar es entre las 4:00 y las 6:00 a.m., que es la hora más silenciosa. Sin embargo, si eres principiante, escoge una hora temprano por la mañana y trata de practicar siempre a la misma hora.
• Lo más importante es cultivar la disciplina para que tu mente se habitúe y tu silencio se vuelva cotidiano.
• El canto de los mantras nos sintonizan y alinean con la corriente universal del sonido. Los efectos de la meditación con mantras incluyen la limpieza de la mente subconsciente, la creación de pensamientos divinos y la habilidad para escuchar los sonidos del Universo. Si queremos sintonizarnos y acceder a una particular frecuencia universal, cantamos el mantra que vibra esa frecuencia.
Hace miles de años, los yoguis trazaron las áreas de las manos y sus reflejos asociados. Cada área releja cierta zona del cuerpo o el cerebro. También representan diferentes emociones o comportamientos. Los mudras son posiciones de las manos que aplican presión en distintas áreas de las manos y los dedos. Cada mudra es una técnica para dar mensajes claramente al sistema de energía de la mente/cuerpo. Shakta Kaur Khalsa, Kundalini Yoga, p. 30

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