Si estamos en el camino de desarrollar una práctica dedicada de yoga, es necesario cultivar algunas virtudes importantes que pueden ser de gran ayuda.
En su libro El árbol del Yoga B.K.S. Iyengar habla de cinco importantes virtudes:
• Sraddha.
• Virya.
• Smriti.
• Samadhi.
• Prajna.
El gran maestro B.K.S. Iyengar las describe como “las vitaminas del yoga” y con ello se refiere a lo propuesto en el Sutra 1.20 de Patanjali, y que son los elementos de soporte a nuestra práctica, que nos ayudan a generar un buen karma, dice Richard Rosen, en un artículo escrito para Yoga Journal.
La primera de ellas, Sraddha, es frecuentemente traducida como fe, en una explicación más amplia podríamos decir que es la confianza que podemos desarrollar respecto a pensar y sentir que lo que estamos haciendo, a través de nuestra práctica, no sólo es correcto, sino que tiene el soporte de una fuerza superior a nosotros mismos. Otras maneras de entender este concepto podrían ser las de “convicción firme”, “actitud positiva” y “aceptación”. Sraddha, palabra femenina, tiene la connotación de aquello que es gentil y de gran apoyo receptivo. Cuando el practicante se sostiene en esta fe, la mente se vuelve más tranquila y en ella surge la segunda o siguiente virtud que es Virya.
Virya, generalmente es traducida como energía o vitalidad del tipo que surge cuando estamos haciendo lo correcto. Se caracteriza por el valor, la voluntad, el entusiasmo, la dedicación y la fuerza. Cuando reunimos dicha fuerza, la consecuencia inmediata es “la intención clara”. Esta intención clara es una manera muy bella de interpretar o describir la tercera virtud, Smriti, palabra que se suele traducir como memoria, pero que es entendida mucho mejor en este contexto como atención y presencia. Podemos preguntarnos a nosotros mismos ¿de qué necesito estar atento y presente?
El yoga es una práctica de absoluta y constante presencia en los diversos aspectos de nuestra experiencia de vida: en parte esa atención es depositada en nuestro cuerpo mismo, en otro sentido lo es en los contenidos de nuestra consciencia, en lo que nos rodea, o en nuestra respiración. Otros comentaristas de los Sutras de Patanjali consideran que Smriti se refiere a recordar diligentemente y reflexionar sobre la verdadera naturaleza del Ser. La memoria es el instrumento que tenemos para recordar lo que aprendemos y comprendemos de textos y enseñanzas que nos hablan de la naturaleza profunda del Ser.
Vyasa (a quien se le da el crédito de haber escrito el comentario de los Sutras más antiguo que existe a la fecha), nos dice “en la presencia de la intención enfocada, la mente, libre de distracciones, se armoniza y así se establece en Samadhi”.
Samadhi, la cuarta virtud, es un término del yoga clásico que significa en su forma técnica y más literal unir o reunir. Nos vuelve a decir Vyasa que sólo cuando esto sucede, podemos ver las cosas como realmente son. La percepción de las cosas como realmente son, nos conduce a la quinta virtud a la que hemos hecho referencia aquí, anteriormente, que es Prajna y que a final de cuentas es la meta de toda práctica de yoga, es decir: Conocimiento, Sabiduría.
No nos referimos a aquel conocimiento que nos es de utilidad para resolver sólo los problemas de nuestra existencia, sino “al conocimiento que une todos los cabos sueltos del ser en el Ser”.
Cuando nuestra práctica de yoga es alimentada por estas cinco virtudes, nos damos cuenta que nuestro sostén para seguir adelante se construye a partir de la confianza en un poder superior a nosotros, que nos da la fuerza y vitalidad para seguir adelante, que se sostiene en una intención clara y recibe el soporte de la inspiración y el recuerdo de la gran sabiduría que alimenta a la práctica de yoga. Esta fuente de conocimiento nos conduce a comprender la unión del Ser y a través de ello nos da el acceso a la Gran Sabiduría Perenne.