Dentro de toda la gama de posturas que hacemos durante una práctica de yoga diaria, recorremos un sinfín de héroes que le dan vida a la mitología del yoga. Así pasamos de ser guerreros con el corazón elevado hacia el cielo, o guerreros con los brazos abiertos pero bien plantados en la tierra, o guerreros que suponen estabilidad, fuerza y equilibrio en nuestros cuerpos. Recorremos el reino animal estirándonos como perros, erizándonos como gatos o sacando el más estridente rugido como leones, la fábula cobra vida y nosotros con ella. Poco a poco, vamos entrando al juego del Yoga, a la parte lúdica que entrelaza a una montaña con una cobra, a una rueda con un viraje en torsión, en el tejido fino y poco asequible del momento presente.
La sabiduría impresa en la naturaleza, le da una impresión casi mágica y muy mitológica al Yoga, es cierto que ser un árbol durante 5 respiraciones, nos ayuda a encontrar la armonía, bajando la curva de estrés que tuvo lugar en la oficina esa imparable mañana. Quizá ese mundo añorado de naturaleza y relato es lo que nos hace habitar el presente y frenar el rush del exterior, un continuo recordatorio de las cualidades importantes de cada postura.
Están también las posturas reales, la vela y el parado de cabeza, como las nombra el maestro Iyengar, porque sus beneficios son innumerables. Si bien es cierto que sarvangasana y sirsasana, respectivamente, son dos posturas reales, también debemos frenar la idea de que son “milagrosas” y que son para todos, en realidad no hay ninguna postura que así lo sea, como sucede con las leyendas que mi hija Roberta estudia, una parte es ficción y otra parte es realidad. Hay que cuidar caer en el mito de que el Yoga constituye la panacea para todas las enfermedades, o cure todas las ansiedades mentales, o incluso la idea de que se trata de puras formas físicas o ejercicio para mantenerse en forma. Entender al Yoga en su pura forma física, descontextualiza su sentido fundamental: La cesación de las fluctuaciones de la mente para Sri Krishnamacharya.
Lo que sí es cierto, es que mientras exista disciplina y desapego a los resultados, estudio de yoga sutras y meditación, el Yoga mismo te sorprenderá manifestando en tu vida, sus regalos, siddhis, que nada tienen que ver con mitología y sí mucho con tu realidad, tu vida como la concibes se transforma para bien haciéndote más libre, más auténtico, más presente en cada una de tus acciones, en ese punto es cuando el mito se ha hecho realidad.