El término “Tercera Edad” ha sido adoptado para evitar el uso despectivo de palabras como viejo o anciano. A mí en lo personal la palabra anciano siempre me ha dado la idea de alguien respetable, que tiene la sabiduría que dan los años – será que tuve la suerte de tener a la mejor pareja de abuelos, y crecí asociando la idea de hacerse viejo con tener más tiempo y ser más sabio.
La vejez se asocia con el planeta Saturno, que simboliza el tiempo y sus efectos, y representa madurez y sabiduría, así como el proceso de envejecimiento, en que las personas comienzan a perder interés en los aspectos materiales de la vida.
Astrológicamente, la “tercera edad” comienza con el Segundo Retorno de Saturno, aproximadamente a los 58 años de edad. Este retorno ocurre cuando Saturno vuelve (regresa) a tocar la posición en que estaba cuando nacimos, y dura alrededor de un año. El Primer Retorno de Saturno ocurre cuando tenemos casi 30 años, y es un momento importante de madurez, de entrada en la vida adulta. El Segundo Retorno simboliza un paso importante hacia la sabiduría que viene con la experiencia.
Los retornos de Saturno generalmente representan periodos de prueba, en el mejor de los casos, y de crisis en el peor. Cuando Saturno regresa a su posición natal nos vemos obligados, de alguna manera, a desacelerar el ritmo de nuestra vida, y en esta pausa ver la realidad de nuestra vida. Y cuando vemos la realidad bajo la luz de Saturno nos encontramos con una realidad cruda y total, que nos pide hacer los ajustes necesarios para aceptarla y abrazarla. Para superar las pruebas o crisis de Saturno hay que ser muy franco con uno mismo y trabajar duro, pero las recompensas pueden ser maravillosas. Los Retornos de Saturno nos ofrecen como recompensa el abrirnos las puertas de una nueva etapa de la vida, y de nuevas capacidades de aprender y disfrutar con lo que la vida no ofrezca.
Quienes pasan por el Segundo Retorno de Saturno enfrentan una realidad que suele mostrar que el cuerpo está envejeciendo. Para muchos esto puede ser motivo de depresión, pero también es una gran oportunidad para dejar atrás la vanidad y así dar al espíritu mas espacio para crecer. Así, al aceptar con serenidad la edad de nuestro cuerpo, el hecho de que posiblemente ya no es posible vivir al mismo ritmo de antes, de que hay áreas (la educación de los hijos, por ejemplo) donde ya no se es indispensable, se abre la posibilidad de dejar viejas cargas, vivir con nuevas libertades, compartir la sabiduría y disfrutar la serenidad. Mientras mas disposición se tenga para dejar atrás competitividad, vanidad, y otros intereses materiales, más fácil será disfrutar de esta etapa de la vida, que será tan rica como se le permita ser.