El tantra o tantrismo es una de las variadas tradiciones esotéricas orientales que enseñan métodos de transformación, los cuales, nacen a partir de reconocer la necesidad de cambio y que usan para ello los procesos internos de cada ser.
Tantra también se usa para los textos que explican esos métodos. Existe en variantes hinduistas, budistas, yainas y bon. El tantra en sus variadas formas, está presente en países como Tíbet, India, Bután, Corea, China, Indonesia, Japón, Mongolia, Nepal.
No se sabe a ciencia cierta cómo llegaron los tantras a nosotros, ya que cada una de las tradiciones que posee ese vehículo de iluminación, tiene su propia historia pero todas mencionan que su origen está más allá de la civilización de los humanos.
La última versión menciona que la religión tántrica y el metachamanismo tántrico ya existían antes del budismo y posiblemente en relación con la religión bon (del Tíbet) y con las semillas del taoísmo (que apareció en China).
¿De qué se trata en el tantra?
Voy a hablar de ello solo desde el punto de vista de los caminos a la iluminación, que es el objetivo de los artículos que estoy publicando aquí.
A diferencia de los sutras – el camino de la renuncia, los tantras NO nos enseñan a renunciar a todo aquello que nos afecta y nos aleja de nuestra meta última – la liberación de todo sufrimiento, sino a cómo cambiarlo.
Los tantras son caminos de la transformación.
Transforman nuestro interior, todos los movimientos sutiles que ocurren: emociones, tendencias, pranas, karma – las semillas de nuestra conducta.
Para lograr este cambio, usa herramientas que están más allá de la mente cotidiana – cualquier vehículo de energía como sonidos, imágenes, mudras, mantras, posturas y movimientos del cuerpo, pero sobre todo la capacidad de la mente de crear.
Es, en este camino, que aparecen los mandalas, deidades y todo tipo de entes que nos pueden apoyar en nuestro camino.
Recuerden que una deidad o un protector son siempre parte de nuestra propia mente, expresión de nosotros mismos pero en su forma pura. Nosotros, en nuestra forma cotidiana, estamos muy lejos de estar puros, por eso nos refugiamos en esas deidades, sin embargo, no debemos confundir eso con una religión.
Así que la práctica de los tantras, es una práctica sobre nuestra estructura interna, sobre todo eso que ocurre dentro de nosotros mismos. Es mágica porque escapa a los sentidos, al conocimiento científico y a la razón pero sus resultados son reales y profundos.
A diferencia de los sutras, donde el practicante cambia su conducta y con eso su relación con el exterior, los tantras cambian su interior y así, como por arte de magia, cambia su conducta y así mismo todo lo externo se modifica.
Requiere de mucha práctica, conocimiento de la técnica, también determinación, disciplina y fe.
Ojo: la palabra tantra tiene muchas más connotaciones y se usa de muchas maneras.
Especialmente en el siglo XX apareció desvinculada de las tradiciones originales y modificada. Aquí me refiero a las enseñanzas ortodoxas.