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¿Un diario de yoga?

Un diario de yoga. ¿Lo has considerado? Analicemos la propuesta. Cuándo abordas una sesión de yoga, ¿te has detenido al principio a registrar tu estado general, para luego compararlo con tu estado al final? No se necesita indagar mucho para darse cuenta que invariablemente hay cambios. Y son precisamente estos, los cambios, los que hacen de tu práctica una experiencia única.

Cada vez que te posicionas sobre tu tapete, una persona nueva da inicio a la sesión. Digo nueva porque a distintos niveles hay situaciones específicas en tu Ser que en su conjunto marcan tu estado general del momento. Por ejemplo, a nivel físico puede haber dolor o tensión en algún músculo u órgano. A nivel energético es posible que te sientas acelerado(a) o con letargia. En cuanto a la mente, puede haber poca o mucha actividad de pensamientos. Tus emociones son otro factor contundente que afectan tu mente, nivel de energía y cuerpo físico. Finalmente, tu disposición a sólo ser, y estar bien con eso, vendrá a afectar los otros aspectos de tu Ser.

En resumen, se podría registrar un estado con gran lujo de detalle, o bien, de un sólo golpe y a nivel de sensación, se puede captar el estado general, que será tan específico como el momento mismo. Al fin y al cabo, todo es registrable.

Tu tapete siempre será tu punto de partida, y es el mejor lugar para detectar lo que eres “aquí y ahora”. A lo largo de la sesión, y conservando una atención continua, te darás cuenta que estarás atravesando una sucesión de “aquís” y “ahoras” en continuum, dónde la unión entre ellos es apenas perceptible. Pero también puede ser muy probable que tu atención no sea continua, y eso es perfectamente natural. Es precisamente en este punto dónde me quiero detener para explorar la propuesta de un diario.

El no poder atender una sesión de meditación, respiraciones o posturas con la atención que uno quisiera puede resultar algo frustrante. El diario, por su carácter personal, es un espacio sin censura dónde uno puede expresar cualquier sentimiento. Tan sólo registrar algunas notas o ideas sobre la experiencia en cada sesión puede revelar tendencias y patrones en uno mismo, ahondándose así el auto conocimiento.

Con el tiempo, las revelaciones que se dan sobre el tapete comenzarán a permear en nuestro desempeño del día a día. Entonces, nos daremos cuenta que la práctica de yoga nunca se ha quedado en los confines del tapete. ¡Tanto más para registrar en nuestro diario!

Si tienes la curiosidad de iniciarte en el hábito de escribir, aquí te expongo algunos consejos:

1. Si acostumbras a asistir a clase periódicamente, carga con una pequeña libreta. Registra al final algunas ideas que te han llegado.

2. Tus anotaciones no tienen que tener formato alguno. Muchas veces las palabras pueden llegar sueltas, en forma de poesía o incluso un dibujo puede expresar mejor. Sigue a tu espíritu. Recuerda que el diario nadie lo lee mas que tú.

3. ¡La práctica personal en casa es el mejor precursor para escribir! Si ya sostienes una, incluye una libreta y pluma como parte de tu espacio de práctica. Muchas veces surgen ideas durante la sesión que valen la pena registrar en el momento (¡personalmente no encuentro espacio más creativo!).

4. No te presiones. ¡No es necesario escribir siempre! Tus registros pueden ser tan breves o elaborados como el momento y tu estado lo indican. ¡Has de esta hábito algo agradable!

Después de un tiempo de estar escribiendo podrás disponerte a leer lo previo para cachar nuevas enseñanzas, o bien, puedes nunca hacerlo. Pero eso no es trascendente. Lo más valioso que te llevas de esta acción es la costumbre de auto observarte en todo, o casi todo momento. Se trata de una atención continua sin esfuerzo; de estar presente. ¡Esta es la verdadera práctica de yoga!

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