Todos los Lunes Coaching U 8am-9am  Inscríbete Aquí

Una historia del Yoga

Después de años dedicado a diversos entrenamientos corporales, encontré en el Yoga “El Hogar”, un espacio que me cobija para continuar en contacto con mi cuerpo, mi mente y hacerle frente a las vicisitudes de la vida, esta vez al margen del dolor y la humillación habitual que se imponen para lograr resultados. Por primera vez, practicando Yoga, descubrí que la actividad era para mi y no para el maestro, el jefe, el público espectador, los críticos del escenario, el sistema político, social o religioso en general; descubrí que se trata del respirar y no del pujar para lograr cada postura, cada movimiento, cada esfuerzo de vida; pero lo más importante, descubrí que podía cultivar una luz interna que poco a poco crecía en mi interior para llevarme por el camino de la reflexión, la meditación, el conocimiento y la riqueza espiritual. Lo más extraordinario es que todo ello se fue revelando lentamente sin que yo mismo me diera cuenta. Entonces distinguí que había nacido en un contexto donde el desarrollo mental era fundamental y que a pesar de los muchos años dedicado al cuerpo, nunca, nadie, ninguno de mis muchos maestros hasta entonces me había introducido a un método donde pudiera enaltecer en equilibrio una enseñanza que ya los griegos nos habían heredado tres mil años atrás: “mente sana en cuerpo sano”.

Me di cuenta que no estaba satisfecho con las normas de nuestra tradición occidental. Pero los avatares de la vida son muchos y lo único que puedo expresar es que una estrella siempre me bendice, me cuida y más aún, me encamina en la disciplina y el esfuerzo personal. Quizás gracias a la constancia he recibido el regalo de la revelación del arte del Yoga. A mis maestros en este plano terrenal y aquellos que están más allá, me postro en agradecimiento por su eterna enseñanza y mi compromiso de seguir como eslabón que pasa la semilla que habrá de germinar en quienes son tierra fértil.

Y es cierto que se necesita dedicación, esfuerzo, mucho ánimo y sobre todo constancia, para no dejar la práctica y tener la suerte de toparse con maestros talentosos. Somos todos los que más allá de nuestros egos y necesidades económicas, debemos entender que enseñar el Yoga en estos tiempos, no es solo una actividad física más dentro de las múltiples opciones que hoy ofrece un gimnasio. El Ashram, o templo de la enseñanza está en nosotros mismos. Lo que está en juego es la responsabilidad de comunicar y beneficiar a los practicantes con una herencia que viene de un linaje muy antiguo. Es en ello donde se manifiesta la sabiduría de una humanidad que se ha cultivado por miles de años hasta nuestros días, y tiene el compromiso de seguir su labor para las nuevas generaciones. Cada uno de nosotros al participar en este devenir, asumimos (o no) ser parte de un eslabón histórico y continuar con el proceso que no es ni científico, ni especialmente filosófico, ni puramente físico y mucho menos religioso, sino la suma de una forma de vida que en su totalidad reúne la sabiduría humana en una dimensión exquisita, sutil solo comparable con el arte más sublime.

El texto a continuación tiene el fin Prometeo de prender la mecha, de ofrecer un principio de luz, para ayudar a quienes, interesados en la práctica del Yoga, descubran las conveniencias de iniciarse en el conocimiento más allá de la constancia en las posturas (asanas), y la respiración (pranayama) sobre el tapete. Existe un infinito de información que debemos procesar para avanzar con mayor solidez, hacer más fácil el camino es un compromiso para profundizar en los misterios del proceso, para sostener e incrementar la salud físico-mental, y esto es posible al cultivar estados de conciencia cada vez mayores. Este procedimiento no es más que un camino natural de madurez del cuerpo, del intelecto y sobre todo del alma.

El principio del Yoga es la “no-violencia” (Ahimsa), empezando por uno mismo y después hacia todo lo demás; de aquí un largo camino donde desarrollar las herramientas para lograr el equilibrio, la paz, liberarse del sufrimiento y vivir en un ámbito de una existencia armoniosa, digna, en amor para compartir con los seres más cercanos, con el prójimo en general y con todas las cosas de este mundo.

Si aprendemos a abrazar la compasión y la paciencia hacia nosotros mismos, y además cultivamos la fuerza, la elasticidad, el equilibrio, la concentración y el dominio de nuestros pensamientos, emociones y acciones en los más amplios sentidos de sus significados y en los mínimos detalles, entendiendo que la práctica no es solo sobre el tapete, sino en cada instante de nuestra vida, especialmente a la hora de tomar decisiones y compartir los momentos más intensos con nuestros semejantes, establecemos entonces el marco de un modus-vivendi que trasciende la mediocridad y contribuimos a un mundo mejor. La lucha por la paz y el equilibrio es la que forja los objetivos del verdadero guerrero.

Los invito a compartir esta lectura que no es más que una humilde recopilación de temas elementales para estimular en el lector la iniciativa de encontrar puntos de partida, y ante la avidez por el saber, estimular el entusiasmo para ir mucho más allá y explorar tanto como les sea posible, los muchos temas que aquí se ofrecen, y así, seguir promoviendo el conocimiento que a partir de un tronco común, se esparce asombrosamente hasta el infinito en sus múltiples ramificaciones. Que este sea un “árbol de la vida”, que con sus raíces bastas y poderosas, consolide con su respetuosa participación, la continuación del engrandecimiento de una civilización humana que hoy honre desde su pasado un futuro magnífico y ante todo, dignifique un presente en sus acciones, aquí y ahora.

La iluminación es el fin del sufrimiento, el principio del gozo divino.

NAMASTÉ

Por: Bernardo Rubinstein W. (Autor)

Artículos relacionados

Cinco razones para practicar Yoga

Siempre se mencionan los múltiples beneficios que la práctica de yoga te puede dar, no importa el estilo, cualquiera te brinda equilibrio y si eres

Scroll al inicio