En el milenio pasado, enfermedades como el cáncer de mama eran mucho menos frecuentes que hoy en día. ¿Qué hemos hecho como mujeres que ahora somos víctimas de este tipo de enfermedades?
Hay muchas explicaciones, unas más científicas que otras. Pero creo que en nuestro papel de “súper mujeres” muchas veces nos olvidamos de recordar y hacer caso a nuestra naturaleza receptiva, de propiciar espacios para nosotras mismas en donde seamos capaces de reciclar nuestras emociones y también nos exigimos y nos juzgamos demasiado.
Aceptemos la vida como es, con todos sus cambios. Reconozcamos que somos más que nuestro cuerpo físico, no hagamos a un lado nuestras emociones. Cada situación que no nos gusta y que evadimos, yéndonos de compras o haciendo cualquier otra cosa, es una emoción que se va quedando atorada en algún tejido del cuerpo.
Es fundamental escuchar como reacciona nuestro cuerpo, qué sentimos en cada situación de la vida y dejarlo ir, fluir con lo que la vida nos va presentando. Y no nos olvidemos de respirar, brincar, de vivir de forma más ligera y suelta.
Cuando respiramos profundamente, se limpian los tejidos y todos los sistemas de nuestro organismo. Es fundamental aprender el arte de respirar suave, profundo y de llevar el oxígeno a todas las partes de nuestro cuerpo. Y por último, hay que reírnos lo más que podamos y cuando nos sea posible, ¡brincar!, esto estimulará nuestro sistema linfático.
Diversas investigaciones se han enfocado en cuales acciones podemos hacer para disminuir el riesgo a padecer y prevenir el cáncer de mama, y entre ellas esta la práctica de yoga.
Ya que puede contribuir a la regulación del sistema endocrino y por tanto el equilibrio de las hormonas, también pacifica las glándulas suprarrenales y otros componentes del sistema nervioso simpático, que se dedica a la respuesta de lucha o huida. Estimula el sistema nervioso parasimpático, relajando el estrés.
Esto también fortalece el sistema inmunológico, especialmente porque estimula el flujo linfático.
Además, el yoga es una forma de vida que debería ir acompañada de la práctica de una filosofía pacífica de no dañar a otros (incluidos nosotros mismos) para así crear una relación sana con nuestro cuerpo y con el mundo que nos rodea. Si estamos dispuestos a hacer un verdadero esfuerzo es muy recomendable hacer también un cambio de dieta donde excluyamos o disminuyamos por lo menos el consumo de productos animales y los lácteos, cambiando estos por verduras, frutas y granos.
En este mes de octubre te quiero compartir algunas posiciones de yoga que ayudan a prevenir el cáncer de mama, inclúyelas en tu plan preventivo además de las consultas regulares y estudios médicos para detectar oportunamente cualquier tipo de padecimiento o irregularidad.
Setu Bandha Sarvangasana: Acuéstate bocarriba, los brazos a los lados, apoya los pies separados al ancho de las caderas, cerca de los glúteos. Inhala, eleva las caderas tanto como puedas. Exhala. Si puedes entrelaza los dedos. Sostén. Regresa lentamente, apoyando la columna vértebra por vértebra. Tip: Relaja los glúteos para liberar la espalda.
Viparita Karani: Acuéstate de lado con las piernas paralelas a la pared y las caderas aproximadamente a 5 centímetros de esta. Date la vuelta sobre tu espalda y extiende las piernas en la pared con tus brazos a los costados durante10 minutos. Tip: Puedes poner mantas o un cojín debajo de tus lumbares y cubrir tus ojos con una compresa fría o un antifaz.
Dhanurasana: Acuéstate boca abajo, flexiona las rodillas, lleva los talones lo más cerca posible de los glúteos, toma los tobillos, inhala y lleva los talones lejos de tus nalgas, levantando las rodillas y muslos al mismo tiempo que el pecho y la cabeza. Tus rodillas no deben separarse más que el ancho de tus caderas. Tip: Presiona el pubis contra el piso.
Balasana o postura del niño: Arrodíllate en el piso. Junta los dedos gordos y siéntate en los talones, separa las rodillas al ancho de tus caderas. Exhala mientras bajas el torso hacia el piso entre tus muslos. Coloca las manos con las palmas hacia arriba en el piso junto al lado de tu torso. Tip: Deja descansar la frente en el piso o si no llegas, usa una cobija.
Halasana: Acuéstate boca arriba, levanta las piernas verticalmente, acerca los muslos hacia el abdomen, flexiona rodillas hacia el rostro durante 5 respiraciones. Si puedes estira las piernas, las puntas de los pies al suelo, extiende los brazos atrás y si puedes entrelaza los dedos durante 5 respiraciones más. Tip: Utiliza mantas bajo tus hombros para liberar el cuello.
Sarvangasana: Realiza los pasos para llegar a la postura anterior Halasana. Coloca las manos en la espalda apoyando bien los dedos y junta los codos lo más que puedas, sube lentamente las piernas verticalmente, mantente ahí si tu práctica es avanzada, sino flexiona las rodillas y apoya los pies en la pared. Tip: Utiliza mantas como en Halasana.
Ardha Matsyendrasana: Siéntate y coloca el talón izquierdo debajo del muslo derecho y pase el pie izquierdo por encima de la rodilla izquierda apoyando la planta en el suelo. Gira tu cuerpo y el cuello hacia la derecha, haz palanca con tu codo en la rodilla, apoya tu mano izquierda en el suelo para dar apoyo, sostén y repite del otro lado.
Savasana: El reto de esta postura es la relajación total, rostro, mandíbula, lengua, músculos y mente. Acuéstate bocarriba, los brazos a los lados del torso, las palmas de las manos hacia arriba y asegúrate de tener el cuello bien alargado por detrás con la barbilla ligeramente hacia el pecho. Tip: Cierra los ojos y quédate ahí por lo menos 5 minutos.
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